miércoles, 20 de mayo de 2015

La espada de la discordia (o La espada es lo de menos)



(Hace unas tres semanas, después del cole)

Tarde en el parque. A la sombra, en un banco, fuera del vallado donde están los columpios. Estoy con una madre de la clase de Leo, su hija y él corretean cerca, meriendan, remeriendan, se aburren un rato, se entretienen otro... Mientras, Nora muy cerquita de mamá, casi no pide ni columpios. Le da por comerse un poco de tierra, juega un poco con Leo, merienda (más bien picotea...).

Leo viene desde los columpios: -Mamá, quiero una espada.

Yo pienso: “¿una espada? A saber a qué viene esto ahora”. Se vuelve a los columpios y al poco rato Nora me pide ir al tobogán. Allí está Leo y su nuevo objeto de deseo: una espada de juguete que lleva un niño de su edad.

-Mamá, ¿me compras una espada?
-No, hijo, no puede ser.
-Jooooo mamá, ¿por qué?
-Porque no podemos comprar juguetes todo el rato.

Empieza el berrinche, el llanto, los gritos. El drama. El niño portador de la espada se acerca y le dice: “no te la voy a dejar. Cuando sea tu cumpleaños te pides una”.

En ese momento se oye un grito: “¿¿cómo?? ¡Muy mal, muy mal! ¡No le digas eso, encima de que no le dejas la espada!”.

Y aquí empieza el acoso y derribo hacia esa madre por parte de mi hijo, y esa madre se alía con mi hijo y contra el suyo propio, llegando incluso a quitarle la espada por la fuerza provocando una rabieta del pequeño, que lleno de furia ante tanta injusticia se la quita ipso facto de las manos a su madre. Leo lo observa todo impertérrito, él va a lo suyo, a su objetivo: la espada. Alucinada observo cómo esa madre y mi hijo se pasean por todo el parque detrás de ese niño, cómo hablan, confabulan, se hacen cómplices... No me meto, ellos sabrán. Pero la mujer empieza a discutir con un hombre con el que está y Leo está allí pegado a ella, apoyado en su bolso, y yo le llamo. No quiero que esté tan cerca en ese momento.

-Nos vamos a ir.
-¡No!
-Sí, Leo, es tarde ya y me quiero ir a casa. En cuanto Nora baje del tobogán.
-Yo quiero la espada.
-Leo, no te la va a dejar
-¡¿Por qué?!
-Porque no quiere, y nosotros nos vamos.
-Vaaale.

Para nada me creo ese vale. En todo este rato me ha soltado varios gritos, cada vez que yo le negaba la compra de una espada o le decía que nos íbamos a ir. 

Respiro. -Nora, nos vamos a ir. 
-¡No!

Llevo desde las 4 en el parque con ellos, son las 7 casi y veo que empieza la “happy hour” por partida doble. Que me pille en casa, al menos. Después de varios avisos a Nora le digo a Leo (que sigue con la señora esa) que nos vamos ya y cojo a Nora del tobogán. Ella llora (muy fuerte) mientras Leo llora también porque nos vamos (muy fuerte). Una gran salida, por la puerta grande. A nosotros nos gusta así.

De camino a casa le convenzo para hacer una espada con cartón y palos de polo de madera. Aún tiene dos o tres mini berrinches porque cuando está así todo le parece mal y todo se le hace un mundo, pero le gusta la idea. Voy pensando cómo la vamos a hacer por el camino. Cuando llegamos la hacemos mientras Nora me ronda. Le doy a ella unas tijeras para que corte papel y se entretiene en su trona, hasta que veo que se está comiendo el papel. La bajo. Minutos después la subo para darle colores para que dibuje. De vez en cuando se va al estudio donde el papá la entretiene con los instrumentos musicales intentando que no los rompa. La espada está casi.

A Leo le encanta. Se pone a jugar con ella y a tocar con papá y Nora. Yo recojo.

Llega el baño. A regañadientes acceden, porque les dejamos jugar un poco con los cubitos. El momento de lavar el pelo es el peor. Nora está ya en las últimas. Según sale del baño en brazos de papá me empieza a llamar medio llorosa. Lleva así todo el día (¿o toda su vida?). La cojo. Se pone a jugar desnuda en mi regazo. Llega el momento. Hay que ponerle el pañal y el pijama. Da igual cómo lo hagamos, acaba cada noche en berrinche. Y así es hoy también. Llora desesperada, la visto a la fuerza, me cuesta, y ella hipa, diciendo “pishama no, quita el pishama”. Me duelen los oídos. Llora muy fuerte, berrea. Chilla. Está congestionada, alteradísima. Yo también, y el papá. Cansa convivir con una pequeña de dos años que llora y llora y además demanda 800 cosas diferentes en un intervalo de 15 minutos.

Llega la cena. Nora apenas come. Muchas veces es así. Bueno, no lo lucho, eso me da bastante igual. La bajo de la trona. A lavarse los dientes. Leo también. Y otra vez a llorar. Los dos. No quieren. Leo siempre se resiste, llora, protesta, hace huelga. Nora empieza con su “mamá, mamá” llorando y pidiendo brazos, sólo porque me he alejado dos pasos de ella. Yo me enfado, no puedo más, “¡¿pero qué pasa aquí?!, digo. ¡¡Basta ya de llorar!! Voy hacia el baño, el papá se cabrea porque Nora empieza a llamarme como si me hubiera volatilizado de repente, ya no puede con tanto mamá mamá y la coge, la lleva al baño también y empieza él a lavarle los dientes, mientras ella llora y llora reclamándome. Quiere que lo haga yo. Leo ha venido llorando también, se los lavo yo a él. Qué caos y qué dolor de oídos.

El papá dice que no hay cuento, que a la cama ya mismo. Me llevo a Nora a la cama llorando, Leo se va a la suya llorando, no hay besos, no hay buenas noches, no hay nada. Llantos. Los dos se duermen rapidísimo.

De todas formas es habitual que haya llantos al despedirnos de noche. Leo siempre quiere abrazarse con Nora y besarse para darse las buenas noches y ella siempre se niega, sólo le dice adiós y le tira un beso desde la puerta. Leo no lo soporta. Siempre llora.

Madre mía, y ni siquiera ha sido una mala tarde, ha habido ratos en los que han estado entretenidos, sobretodo Leo, que cada vez juega más a su bola y es más sociable.

Pero es que es llorar, y llorar, y llorar...y pedir, y pedir, y pedir... y reclamar a mamá, todo el rato... Y no, no todos los niños son iguales. PARA NADA. Y te pilla un día malo (que tú ni sabías que era malo) con una doble rabieta al cuadrado multiplicada por dos, y...

Que no, que yo no me creo que la gente tenga el tercer hijo después de tener dos como los míos. No me lo trago.

Feliz maternidad... ¿no? ;-)

PD.: Dos días después la espada no le interesaba lo más mínimo, es más, se niega a jugar con ella, dice que ya no le gusta. Esto le pasa muchísimo últimamente, se encapricha con algo hasta la extenuación y en cuanto lo consigue pierde todo su interés. Le estoy empezando a explicar que esto es así; cuando veo que sólo le interesa obtener algo y no ese algo se lo digo. Pero no creáis que se deja convencer... Supongo que aún es difícil de entender para él.

10 comentarios:

  1. Jaaajajajajaa!! Me has hecho reír con lo que nadie tiene el tercero después de dos como los tuyos... Aaaay, imperios más grandes cayeron! ;-)
    Me quedo admirada con lo de las tres horas bajo el sol. Menuda sobredosis de parque, por dios! yo estuve un día a punto de perder el sentido. En serio, tuve una especie de ensoñación y por unos minutos olvidé que estaba allí con mis hijos. Cuando volvi en sí, osea en mí, me asusté tanto! No sabía decir si había sido un segundo o 10 minutos. Me fui pitando a casa y desde entonces, lo dosifico.

    Esos llantos antes de acostarse (desesperantes porque tú estás ya también agotada y hasta el moño) suenan a agotamiento. Hay niños, vamos lo normal/habitual es que los niños no se den cuenta de cuando pasan ese límite de agotamiento y es cuando las cosas salen de madre... por lo menos eso es lo que he observado yo en mi casa. ¡Menuda perorata!

    Hala, paciencia! y adelante. La espada es fenomenal y el hecho de que fueras de camino a casa pensando en cómo hacerla mientras atendías a la peque tierno total! :-)

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    1. Jajajaja! Es que mis hijos en casa se transforman y mutan y todo... En la calle estamos todos mejor! Eso de perder un momento el sentido y luego volver y decir "ay, que yo tengo dos hijos y estaban aquí!!!", me ha pasado, y me asusté también, jajaja! Se me olvidó completamente que tenía una hija de 2 años, ainnns ;-)

      Mis hijos es que son incombustibles, hace tiempo ya que dejé de intentar aplicar esos truquitos de acostarles antes, o más tarde, o cuando la tercera mota de polvo de la esquina superior del salón se mueva tres milímetros... Que he parido dos inconformistas y ya está, a ver si de mayores se hacen antisistema o algo y canalizan correctamente esa mala leche, jajaja!!

      La verdad es que ellos no trasnochan ni mucho menos. Pero el momento baño, pijama, dientes no les mola, y yo creo que cuando ven que se acerca ese momento (sobretodo Leo) es cuando empieza a liarla... En fin, paciencia, como tú dices.

      Gracias por venir a verme!!

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  2. ¡Cómo te entiendo! Has descrito tan bien el momento de ir a la cama... A esa hora en esta casa nos volvemos locos, a los míos en lugar de llorar les da por jugar a lo bestia y dar gritos. Yo me pongo malita; las voces cada vez las soporto menos, no puedo con ellas.

    Los niños no son todos iguales ¡claro que no! pero yo creo que se contagian de lo malo, te lo digo yo que tengo dos tranquilos y dos menos tranquilos. Al final se vuelven todos locos.

    La espada está genial ¡Menuda paciencia tienes guapa! Después de tres horas en el parque y el regreso tan agitado, llegas a casa y te pones con la espada. ¡Digna de admiración eres!

    Ser madre cansa. Cansa mucho ¡Pero es tan bonito...!

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    1. Nora imita a su hermano en todo, pero sí, sobretodo en las trastadas!! :-D

      Lo de la última hora de la tarde es un misterio para mí. Da igual lo que hagan, calle o casa, plan tranquilo o movido... Pero es entrar por la puerta (si estamos en casa toda la tarde la locura y el caos se reparten en más horas, jajaja) y se ponen (sobretodo Leo) a correr como locos, reir histéricos, negarse a todo... y por supuesto es muy normal que acabe la cosa en llanto, claro.

      En casa todo es peor, por eso yo prefiero estar en la calle toda la tarde, aunque sea en un aburrido parque de columpios. En casa se revolucionan, se aburren, se enfadan... En la calle, para mí es más relajado (a veces, jajaja!).

      Un besazo!!

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  3. Uffff, y cómo sobrevives???
    Yo me he reído imaginandote, no me digas malvada, pero que estas situaciones les pasen a otras lo ves de otra forma jajaj
    Cuando decías que ibas a por el tercero???

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  4. Uffff, y cómo sobrevives???
    Yo me he reído imaginandote, no me digas malvada, pero que estas situaciones les pasen a otras lo ves de otra forma jajaj
    Cuando decías que ibas a por el tercero???

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    1. A veces pienso que doy una imagen de quejica en el blog, de madre agobiada y harta, pero no es eso, me gusta contar estas cosas porque al menos a mí me ayuda saber que a más gente le pasa lo mismo, me siento acompañada y comprendida. Bueno, y que es un desahogo para mí, jeje.

      Lo del tercero es muy gracioso. Mira, lo tendré más o menos... Cuando me cambie a wp!!! :-D:-D

      Un besazo!

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  5. Que paciencia,a veces es terrible y como esten cansados,se pasan de rosca y ya no hay vuelta atras; a Izaro le pasa mucho cuando esta cansada;así que con dos tiene que ser la repera jeje;yo tres ni me lo planteo directamente,el segundo estoy dandole vueltas ;-)
    No se si aguantaría tres horas en un parque de columpios jajaja,eres mi heroina y con lo que se ve allí :-))
    Besos

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    1. Jajaja! Se ve de todo!!! A veces te pones hasta de mala leche... ;-)

      Yo creo que aún puedes esperar, Izaro es pequeña y tienes margen. Y si no, pues solo con ella y tan ricamente! :-) Un besito!!

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  6. supongo que tener a dos peques tiene que ser complicado, hace unos dîas lo decîa cuando mi nena jugaba con su amigo, él salîa corriendo, ella no sabîa si hacerme caso o ir detràs de él, catastrôfico, afortunadamente se puso a llover y nos volvimos ràpido a casa! eso sî, cuando hemos tenido algûn problema que se ha puesto caprichosa o lo que sea en las horas antes de dormir, nunca la dejamos sin historia, menos aûn sin beso y carinyitos, portarse mal no hace que les quieras menos, no lo olvides, por mucho que te agoten la paciencia ;)

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