jueves, 28 de febrero de 2013

¿Está en mi mano?

Estoy sola en el salón con mi pequeña de mes y medio dormida en el fular. Ahora o nunca. En cualquier momento puede ponerse a cabecear desesperada pidiendo teta, en cuanquier momento su hermano puede despertarse llorando y pidiendo teta. La teta es muy importante en nuestras vidas ahora (Aunque... ¿lo ha dejado de ser alguna vez? ¡Que se lo pregunten a Leo!).

Las cosas van un poco mejor desde que escribí la anterior entrada. Y creo que en parte es porque yo he puesto el freno. El freno a mis hormonas, a mi mal humor, a mi descontrol, a mi dramatismo. Estoy relativizando más y manteniendo mejor la calma. Y quiero creer que Leo lo nota. Me está ayudando bastante el libro de Naomi Aldor, Aprender a educar sin gritos, amenazas y castigos. Me recuerda que nuestro hijo no va a acabar con un trauma terrible por incluir a Nora en su vida, me recuerda que no pasa nada si no recoge los juguetes, o grita o se enfada o tiene una rabieta. Me hace entender que lo importante es acompañar a tu hijo y no controlarle ni intentar conseguir que haga lo que tú quieres como tú quieres. Me ayuda a rebajar expectativas e ir más relajada por la vida... y me ayuda a entender un poco mejor a Leo.

Las noches siguen siendo caóticas. Leo sigue viniendo a nuestra cama y a veces se desvela. Ayer, sin ir más lejos. Pero después de dar vueltas un rato por la cama, se durmió. Mientras tanto yo calmaba a Nora, que estaba también despierta. Increíble que Leo se dedicara simplemente a intentar conciliar el sueño. Es una gran mejoría. 

Hace poco quiso quedarse en su cama. Pero en el tercer despertar, después de darle teta y ver que tardaba en dormirse, le dije que yo tenía que volver a la cama grande, que allí estaba Nora y se podía despertar. Así que se vino conmigo, claro. Pero es que ciertamente yo no puedo quedarme con él en su cama. Mientras siga despertándose y necesitando que mamá se quede con él hasta que se duerma prefiero que venga él a la nuestra, aunque estemos más incómodos. No puedo estar de una cama a otra toda la noche. Parece que él lo captó porque no ha vuelto a querer quedarse en la suya. Lo ideal sería que el padre pudiera ocuparse de él por las noches, que aunque yo le dé teta luego acepte que vaya él a acompañarle si no se duerme enseguida, pero de momento esto no le sirve. Así que seguimos los cuatro compartiendo lecho, y yo encantada... ¡¡aunque si tuviera una cama de 2,5 metros sería todo mucho más fácil!!

Me saluda pidiendo teta, éste ha resultado ser el cambio más evidente. Que toma muchisima teta. Ya está empezando a comer algo más. Y está más tranquilo, dentro de sus dos años "horribilis". Desde hace días no hay tantos gritos en casa, de hecho hay muy pocos. Eso sí, nos contenemos mucho mi chico y yo. Mucha mano izquierda. Pero funciona. 

Él sigue tirando juguetes, retando, teniendo berrinches cada dos por tres... Pero se ríe, juega, es él mismo, he vuelto a verle como es él. Como Leo. Eso me basta, qué digo, ¡¡eso es genial!!

Sigo teniendo momentos de agobio. Nora llora y está muy inquieta por las noches. Ayer estuvimos casi tres horas con ella en brazos, paseándola, teta, cambio de pañal, se duerme unos minutos, llanto, paseo, brazos, teta, llanto, gases, paseo... Así hasta casi la una de la madrugada. A esa hora se durmió hasta las séis casi. Lo malo es que lleva dos o tres noches en las que hacia las séis se despierta y no hay quien la duerma hasta casi las ocho. Después aguanta hasta las doce fácilmente. Unos horarios un poco raros; vamos, propios de un bebé tan pequeño, O al  menos de un bebé de los que yo fabrico. Aunque creo que Leo lloraba menos, Nora se pone tan malita con los gases; pobre...

Así que hay momentos en los que me desespero un poco, porque ni en el fular está tranquila. Y sólo podemos pasearla, arriba y abajo por el salón... No llora fuerte, no son cólicos, porque se calma, pero le dura muy poco, y siempre en brazos, y siempre en movimiento... ¿Se morirá del asco una vez más nuestra estupenda hamaca con vibración y música? (Menos mal que es regalada, de segunda mano).

Por lo demás, está muy ceporra, ¡sus mofletes son inmensos ya! Ha empezado a sonreir y de vez en cuando suelta un "aah" muuuy tierno... Hace un par de noches vimos unos hilillos de sangre en una caca, estamos examinando atentamente los pañales porque Leo empezó así y al final fue IPLV. Espero que esto no acabe en lo mismo.

Ah, tiene granitos rojos por la cara y por la cabecita, no sé si es normal en un bebé de su edad. Leo tuvo una piel estupenda siempre ¡Y ha aprendido ya a mamar tumbada! No es lo que mejor se le da, no le sale siempre, pero es un avance...

Espero poder escribir un poco más a menudo, contar cómo es nuestra rutina ahora, pero de momento Nora ya me ha regalado un tiempo precioso que yo no he empleado en dormir. ¿Mañana me arrepentiré? 

Nos leemos... :-)

miércoles, 13 de febrero de 2013

Cómo estamos: batiburrillo

Es la tercera vez que empiezo esta entrada. A ver si es la definitiva.

Nora es redondita, con unos ojos grandes y achinados de color azul grisáceo (¡cada vez más azules los veo yo!), con una boquita pequeña y unos dedos largos y finos que mantiene muy estirados. Tiene muchos moquetes y eso me angustia un poco, respira fatal y le estamos echando suero varias veces al día. Fuimos a su pediatra y nos dijo que estaban todos arriba, que no pasaba nada y que le echáramos también un reparador de la mucosa, o vaselina, porque está muy reseca por dentro, tanto que sangra.
A tres días de cumplir el mes ya se ha pelado enterita (hace ya bastante tiempo), el cordón se le cayó al cuarto o quinto día, no llora casi nada en el baño y me hace un poco de daño al mamar porque no abre demasiado la boca. Tiene un frenillo corto adherido a la lengua que creo que es el problema, pero vamos mejorando. Aguanta más tiempo que Leo y es más rápida aún, Apenas duran unos pocos minutos las tomas a no ser que se duerma en la teta, mama sólo de un pecho cada vez y puede estar 3 horas o más sin mamar.
Al principio sólo dormía y mamaba, pero ahora las noches son más complicadas. Ahora mismo la tengo en el fular dormidita mientras escribo esto, haces unos días estuvo una hora llorando hasta que logramos dormirla. Tiene muchos gases y se pone roja como un tomate cuando intenta echarlos. Pone carita de sufrimiento y chilla como de dolor, eso me mata. Las últimas noches han sido mejores, espero que siga así.
En 15 días cogió 600 gramos y creció casi 4 centímetros. Tiene mofletes y papada. Ya no me parece tan pequeñita como cuando nació, con 3 kilos y 47,5 cm.

Leo se quedó con los abuelos cuando nosotros estábamos en el hospital, fueron dos noches y se durmió las dos noches en el sofá acurrucado en ellos, durmió menos horas de las habituales pero del tirón. Aparentemente estaba bien. En las visitas que nos hizo lo parecía, aunque yo le veía carita compungida y adivinaba en su rostro que estaba como poco desconcertado. Puse mucho empeño en recibirle la primera tarde sin tener a Nora en brazos, mi madre me avisó desde la calle. Y teníamos preparado un regalito para él que le encantó.
Pero lo está pasando mal. Si sus dos años estaban siendo ya complicados, ahora más aún. Llora más, reta más, tiene más mamitis (¿¿¿más??? ¡Sí, es posible!)... Me da mucha pena, pero los berrinches son el pan nuestro de cada día. Intentamos tener paciencia.
Ha vuelto a dormir con nosotros, y lo malo es que Nora le despierta y él se desvela. Me pide teta (está tomando mucha más y comiendo mucho menos), y su primer despertar es apenas a las dos horas de acostarse. Antes podía hacer casi doce horas con un sólo despertar en medio, por ejemplo, incluso había empezado a hacer alguna noche del tirón (sólo un par de veces, no creáis). Se duerme en su camita y le duerme el papi, eso es lo único que no ha cambiado.
Cuando se despierta pide mamá (y se despierta varias veces), ya papá no le sirve. En un par de ocasiones ha coincidido que yo estaba dándole de mamar a Nora y es un drama. Después, en alguno de los siguientes despertares, cuando ya estamos nosotros acostados, se viene a la cama.
Las noches, por lo tanto, son un poco caóticas. Nora no sabe aún mamar bien tumbada. Hasta hace muy poquito sólo se dormía encima de mí, ahora parece que acepta su cuna sidecar o un espacio a mi lado en la cama, y así yo puedo tumbarme del todo para dormir. Poco a poco.

Y yo... pues bueno, va por días. Al principio bastante bien, últimamente parece que me falta paciencia. Hoy ha sido un día horrible. Creo que no soporto ver a Leo así, sé que lo está pasando mal y veo que la cosa no mejora (¿¿cómo va a mejorar, si no ha pasado ni un mes??) y al final lo pago con él. Pobre. Ahora son dos niños los que me reclaman y supongo que me puede la presión.
Espero que todo vaya mejor cuando este frío termine y podamos estar más tiempo en la calle. La primavera nos va a ayudar.
Al margen de lo de Leo, mi posparto está siendo muy bueno. Las molestias me han durado apenas 15 días (episiotomía y hemorroides), los entuertos 3 ó 4. No he tenido bajón hormonal a lo bestia como me pasó en mi primer parto, y estoy llena de energía. Además todo es mucho más fácil con Nora, se nota que no somos ya primerizos y no nos acojonamos tanto, jeje.
Pero la relación con mi compañero se resiente, el estrés aflora, los gritos, las discusiones... No hay tiempo para nada, estamos con Leo las 24 horas del día (él no va a guardería) y es agotador. Y no, no quiero meterle en ninguna, ¡pero tengo derecho a quejarme! Me siento sola y un bicho raro, sé que mis amigas con hijos piensan que estoy loca y que incluso así sólo les perjudico (a los míos) así que tampoco puedo desahogarme demasiado con ellas, porque no quiero escuchar las consabidas frases y consejos. Lo mismo me ocurre con el tandem. Sé que en gran parte esta presión es autoimpuesta, y aunque no lo fuera, sé que no debería darle importancia, pero es como si parte de mi seguridad en mí misma, en esta forma de criar, se estuviera yendo un poco a la mierda. He vuelto a desear que mi hijo no sea como es y eso no me gusta.

Así que tengo que empezar una vez más por lo básico: no gritar, no enfadarme como un ogro, no gritar, no desesperar, no tomarme las cosas que hace Leo como algo personal, no gritar, no dar portazos, no exigirle tanto (que recoja todo todo el rato, que obedezca siempre, que coma un poco más...)... ¿He dicho no gritar?
Supongo que tengo que aceptar que hay cosas de Leo que no me gustan; él es así, tan dependiente, tan cabezota, tan “mal comedor”, tan sensible... Y esta nueva situación le está afectando mucho. 

Y veo que no sé cómo ayudarle, se me acaban las ideas. 

Bueno, más paciencia.


Y así es como estamos, unos días mejor, otros peor. Pero confío en que saldremos vencedores, todos, esta familia. ¡Porque somos estupendos y nos lo merecemos!