Las cosas han mejorado en
los últimos días. Cuando el amor triunfa todo es más fácil.
Aprovecho para escribir sobre mi enanita particular, que ha cumplido
ya 22 meses. Releyendo la entrada de los 20 me doy cuenta de cómo
van evolucionando las cosas, tan deprisa... Y de cómo ella va dejando
atrás algunos “grandes clásicos” para sumergirse en otros.
Los cantajuegos hace...
pues eso, dos meses casi que no se ponen. Ahora ponemos Monstruos
S.A. a todas horas... Aunque creo que están en proceso de abandono
también.
Ya no me pide canciones
cada vez que ve un animal en un cuento. Eso sí, cantamos mucho. Se
hace todas las coreografías de las canciones de la pequeteca, está
tan graciosa... Sus hits del momento son Gotita de agua
y Los pollitos dicen, entre otras, aunque yo me descojono
sobretodo con los “chuchuwá chuchuwá” de La foca Marisol.
En vez de llevar los dos brazos al mismo lado los cruza y además agita los deditos así que más bien
parece que está bailando sevillanas.
Leemos mucho. Ahora su
cuento favorito es uno de Leo que se llama “Edu ya no quiere llevar
pañales”. Ella lo llama “el del nene”.
Ha dejado también de
llorar cuando se va con los abuelos. Vuelve a irse tan contenta,
diciendo adiós sonriente y tranquila.
Las noches sí siguen
siendo igual. Con rachas peores y mejores. Por ejemplo las dos
últimas han sido de cortarse las venas, con muchísimos despertares
llorando y pidiendo teta a gritos... Espero que sea algo puntual.
Tendré que tomármelo con más filosofía porque anoche me cabreé
mucho y la pobre no tiene la culpa de nada... Hemos estado hablando
de intentar que la duerma el papá, y yo ya de paso irme de juerga,
¡jajaja! La verdad es que no lo veo claro. Por un lado ella me
necesita, pide mamá para dormirse y también en los despertares, y
por otro lado yo puedo salir por el día sin problemas, y de hecho
aunque saliera por la noche, ni iba a beber mucho, ni a desfasar
mucho, ni me iba a apetecer especialmente el típico bar de copas con
la música a todo volumen... Así que pensando he descubierto que me
apetece mucho más irme de cañitas diurnas o a comer por ahí... y
volver para dormir a la peque.
Sí querría comprobar
que ella es capaz de dormirse con papá sin montar un drama... ¡pero
vaya, que no hay prisa!
Ahora la duermo con
canciones y caricias, tumbadas en la camita las dos, y la teta sólo
se la doy al principio. Le digo que sólo una vez (de cada) y ya. Y
está empezando a aceptarlo bien. Se queja, pide más, llora pero “de
mentira”, y cuando ve que no, que soy firme, que una y otra vez le
explico lo mismo, que ahora ya teta no, que ahora a tumbarse y a
cantar y a dormir, me dice de repente: -¿sí? Y yo le digo: -sí. Y
entonces ella se tumba y me pide la canción que quiere. Hoy de hecho
ni siquiera ha insistido.
Esto lo hago porque
últimamente se resiste más a dormirse, se pone de pie en la cama,
se ríe... y me pedía teta cada dos segundos aproximadamente, para
saltar por encima de mí de una a otra a lo loco, para entretenerse,
para apartarse y volver a pedirla... Muchas noches tardo cuarenta
minutos o más en dormirla, antes eran unos veinte... (esta noche
ha sido genial, toquemos madera).
Sigue comiendo fatal, de
forma muy caótica. Basta que te vea comer algo para quererlo, para a
continuación, después de dar dos bocaditos, dejarlo. ¡Y ay de ti
como no se lo des, aunque sepas que es algo que no le gusta! Hace
poco fuimos a una revisión de peso, por la bajada de percentil que
tuvo a los 18 meses, y había subido bastante. Ya hasta los dos años
no volvemos. No me preocupa en absoluto.
Sigue sacando genio a
espuertas. Te grita, te pega y dice que no por sistema a todo. A veces cambiarle el pañal o meterla en la silla del coche es una lucha encarnizada. Es
desesperante. Pero Nora tiene una cosa que Leo no tenía: si le
explicas algo, bien explicado, breve y clarito, unas cuantas veces,
desprendiendo seguridad... Muchas veces acaba haciéndote caso. Es
como si algo hiciera “click” en su cerebro y te mira y dice:
-¿sí? Vale. Y adiós enfado. Eso me maravilla. Otras veces sólo
queda tener paciencia, como ayer en la pequeteca, que en la puerta de
la calle, cuando ya nos íbamos, decidió tirarse al suelo en
protesta porque la había cogido para bajar las escaleras más rápido
(la clase está en el primer piso). Y allí hizo su sentada, o más
bien su “tumbada”, tranquilamente, boca arriba, mientras yo la
decía: -Nora, vámonos. Y ella: -no, mientras miraba para una lado y
para otro, mientras movía las piernas en plan “estoy super a gusto
aquí, te esperas”. Y bueno, en vez de enfadarme esperé, sin
repetirle la frase demasiadas veces, y llegó un momento en el que
dijo: -ya. Y se levantó y nos fuimos.
¿¿Mola, eh?? Lástima
que no me salga así de bien casi nunca, jajaja.
Habla mucho, aunque
frases muy poquitas, básicamente son palabras sueltas o expresiones.
Es imposible recordar todo lo que dice. Una de las últimas palabras
que ha aprendido es, por fin, Leo. Ella dice “eo”. Y aún me acuerdo de cuando, ayudándome a poner la lavadora, cogió un calcetín del suelo y me lo alargó diciendo: "aetine".
Sigue teniendo una
sonrisa que te roba hasta el alma, se lo lleva todo cuando sonríe. Y
se tira a tus brazos dicendo “mamáaaaaa” y corriendo con esos
piececitos, y se le achinan los ojos... Se la ve tan feliz. Desde que
se levanta hasta que se acuesta. Con todos sus berrinches y quejas y
mamás de por medio, pero no sé cómo decirlo... ella se lo pasa
pipa. Se va a la estantería del salón donde están los juguetes de
madera y allí se pasa un ratito, se va a por un coche a la
habitación, coge un papel del suelo y se pone a limpiar la casa, se
agarra a tu pierna mientras baila, hace el payaso para provocar a
Leo, corren, se persiguen, se parten de risa. Te pide o hace algo que
sabe que no te va a gustar mientras pone cara de malvada, o de
buenecita, da igual, pero siempre con su sonrisa. Hace lo que le da la
gana y le da igual lo que le digas, es más, disfruta no haciéndote
caso, o más bien es como si dijera: pero si sé que me adoras...
¿¿Qué haces regañándome si te tengo en el bote?? ;-)
Nora es una niña buena,
encantadora, hasta Leo empieza a rendirse a sus encantos, a veces la
mira y se le escapa una media sonrisa llena de amor.
A Nora le encanta trepar
y sentarse y ponerse de pie en las sillas, como buena bebé de casi
dos años. Nora desafía, sin miedo, como debe ser, porque no tendría
sentido que nos temiera. Nora no sabe lo que es el rencor, ni Nora ni
ningún bebé. Nora se siente segura y lo demuestra, experimenta,
pide, elige... Y cada vez está más relajada en entornos
desconocidos. Nora adora a los bebés, quiere mirarlos y tocarles e
ir detrás de ellos.
Y otra muestra de la magia que hace Nora
es cuando saca esa expresión del rostro de su padre, esa que consigue
cuando se acerca corriendo a él riendo y diciendo: ¡papá, papá, papá...!
y le abraza fuerte... Y hace que se refleje la misma en la mía cuando le
miro yo a él. :-)