En estos meses sin
escribir mis hijos han evolucionado mucho. Leo ha cumplido 5 años y
hace muchas cosas “de mayores”. Gestos, ironías, registros de
voz... Comparte mucho más lo que le pasa, sobretodo en el colegio, y
también lo que piensa, lo que se le viene a la cabeza de repente.
Además está avanzando mucho en lo social, ahora juega mucho con sus
compañeros en el cole y tiene preferencias por ciertos niños, con
los que está casi siempre en el recreo. Si vamos al parque por la
tarde y se encuentra con algún niño o niña de su clase se pone muy
contento y enseguida se va a jugar con él o ella. Y con los hijos de
mis amigas está más suelto, más resolutivo, con mucha más
iniciativa. El otro día estuvimos con una amiga mía y su hijo, y
esta amiga había quedado con otras tres que tienen hijos también,
a los que Leo apenas conoce. Pues estuvo jugando tan feliz toda la
tarde, sin miedos ni vergüenzas. Yo sonreía cuando le oía llamar
feliz a uno de esos niños a los que ha visto tres veces en su vida,
gritando para que fuera a continuar el juego con los demás.
Me pasó también con
otra amiga que tiene dos niñas de la edad de mis hijos. Su hija
mayor y Leo son tímidos, reservados... y jamás habían jugado
juntos cuando habíamos quedado. Estas navidades alucinábamos las
dos al verles partiéndose de risa en casa, interactuando, hablando
entre ellos y jugando también con las hermanas pequeñas. ¡Es
maravilloso verles así!
Nora ha crecido también
mucho. Habla y conversa como una abuelilla a veces, tiene mucha
picardía e intenta conseguir todo lo que quiere utilizando la
palabra. Si no quiere ir a la ducha se inventa cualquier historia
absurda mientras te dice: espeeera mamá, que aún no he terminado
de hablar. Te quiero contar una cosa, ¿no te das cuenta? Es
queeee.... el cielo es azul, y entoooonceeesss.... yo estaba en el
salón, y entooonceees... tú venías, y entooooncesss... Leo cogió
un muñeco mañana y entonceees... y así hasta el infinito o
hasta que la pobre acaba llorando porque la tengo que cortar y
llevarla en volandas, ains.
Sigue imitando en todo a
Leo, en gestos, en frases y en acciones. ¡Y se llevan como el perro
y el gato! Casi no juegan juntos, y cuando lo hacen es durante muy
poco tiempo y a cosas muy brutas que suelen acabar con alguno de los
dos llorando. A veces voy de un lado a otro del salón porque los dos
me reclaman continuamente en sus juegos.
Nora me dice mucho que me
quiere, y si me voy un rato, cuando vuelvo salta de alegría y se
abraza a mis piernas y dice sonriendo: "¡mamá, creía que no ibas a
volver nunca!" o "mamá, me alegro de que estés aquí" (bueno, también lo hace cuando he ido al baño). Es un
poco desesperante porque su necesidad de mí parece que es cada vez
más grande. Me dice que me quiere porque soy muy guapa, ¡y me coge
la cara con sus manitas y me lo dice mirándome a los ojos! Para
comérsela... :-)
Para muestra, una
conversación hoy en el coche, yo con ellos volviendo de casa de los
abuelos:
Leo: ¡¡mamá, mañana
es viernes, tenemos que hacer la corona para el cumpleaños de Nora!!
(el sábado cumple tres años).
Yo: sí, mañana lo
hacemos, pero Leo, recuerda que es una sorpresa para Nora (Nora
está en la silla a su lado y no hace ningún comentario, a saber si
nos está prestando atención o está en su mundo de fantasía lleno
de mamás y bebés en el que vive 16 horas al día).
Leo: pero mamá,
¿¿cómo vamos a hacerla sin que se entere, si Nora quiere estar
todo el rato con mamá??
Yo: ya encontraremos
la manera hijo, no te preocupes... (glups, ¡jajaja!).
Ahora podemos charlar
mucho con él, mola mucho tener conversaciones con tu hijo en las que
él te explica algo que siente, algo que se le ha ocurrido, algo que
le pasa... Y pregunta mucho, quiere una explicación sobre todo.
Y me hace mucha gracia
comprobar que esto existe, y su forma de expresarse tan adulta, junto
a los tiempos verbales mal utilizados o las palabras mal dichas aún,
como por ejemplo “amelojor” en vez de “a lo mejor”.
De este verano tengo un
par de mini conversaciones que merecen la pena:
-Leo, por qué no quieres
darle un beso a Nora?
-Porque no.
-Eso no es una razón,
será por algo por lo que no quieres.
-Porque no.
-¿Pero por qué no
quieres decírnoslo? A ver, danos una razón.
-¡Que no es que no
quiera decírtelo, es que no sé lo que son las razones!
El monstruo de colores,
leyéndoselo a Leo:
-y tú, ¿cuándo estás
contento?
-cuando Nora me da un
beso, cuando Nora me da un abrazo... y ya no se me ocurre más.
-y cuándo estás triste,
¿qué te pone triste?
-cuando Nora no me da un
beso ni me abraza.
-¿y cuándo estás muy
enfadado? ¿Qué te hace enfadarte?
-cuando Nora me pega.
-¿y cuándo estás en
calma?
-cuando juego.
-¿y cuándo sientes
amor?
-¡cuando te quiero! :-)
En el metro:
-mamá, ¿qué pone ahí?
(ahora ya no me lo preguntaría, ¡lo leería él!)
-dirección Paco de
Lucía. Es que Paco de Lucía era... bla bla bla... muy famoso y
tocaba muy muy bien la guitarra y por eso pusieron su nombre a una
estación.
-¿y no le dieron una
copa?
Nora (jugando con una
cuerda a punto de rasgarse): la cuerda está triste.
Yo: ¿Por qué?
Nora: porque se ha
convertido en dos...
Y así miles de
ocurrencias, razonamientos fantásticos, originales, sinceros y
lógicos como ellos solos y llenos de magia. Ahora los hay
continuamente, por parte de los dos, como cuando este verano me dijo
Leo: “sí, voy dejar que se gaste el tiempo”, porque no quería
ir a ver a los bisabuelos y yo le había dicho que teníamos que
irnos ya y le dije a mi madre “ahí está, perdiendo el tiempo”.
Y ¿sabéis otra cosa que
me dice mucho Nora? Que ella quiere un hermanito pequeño, así de
pequeñito (juntando mucho sus manitas) para cuidarlo mucho. Y yo la
pregunto si es que no le gusta tener un hermano mayor, y me dice que
no, que uno muy pequeñito muy pequeñito, que los mayores no le
gustan...
Y a mí me entra una
nostalgia... ;-)
Feliz maternidad,
encantada de estar de vuelta.