domingo, 25 de enero de 2015

Va de libros (III)

El libro del que os hablo a continuación ha sido todo un éxito con mis dos hijos. Leo a sus 4 años ya no se acuerda mucho de él, pero cuando se lo regalaron, allá por los 2 años, le encantó. Ahora es el turno de Nora, y de hecho ella ha empezado a disfrutar de él mucho antes. Con año y medio ya era uno de sus favoritos y me lo pedía incansablemente. 


Se trata de Veo veo, ¿a quién ves?, de Guido Van Genechten (ed. Edelvives), escritor e ilustrador belga de multitud de libros infantiles. Nosotros tenemos varios de él, por ejemplo ¿Puedo mirar tu pañal?, un cuento muy bueno y divertido para perder el miedo a la caca y al orinal.

Pero volvamos al Veo veo. Es un libro grande, de formato horizontal. En cada página se van desplegando pestañas que descubren diferentes animales. Te dan pistas de cada uno de ellos y cada pista termina con la pregunta "¿quién soy?". Las pestañas se quedan desplegadas para ir formando dibujos de animales cada vez más grandes y cada animal se forma con una parte de los anteriores. Bueno, un par de imágenes valen más que mil palabras. :-)


Al final del cuento aparecen todos los animales. A Nora le encanta que yo le vaya diciendo: ¿dónde está el...? Y ella lo busca. 


Además, en youtube hay vídeos con rimas o cuentecillos sobre cada serie de pestañas. Algunos son geniales, yo esto lo descubrí tarde y no lo he contado así con ninguno de los dos, pero mola. Echad un vistazo aquí.

También se pueden comprar los pequeños cuentos por separado, son de cartón. Yo prefiero el libro grande, da más juego.

Desde luego un libro que merece la pena.


El siguiente cuento es uno de los que hemos descubierto en la biblioteca. Ahora vamos periódicamente y siempre descubrimos alguna joya. Se llama Pequeño azul y pequeño amarillo, ed. Kalandraka, de otro gran autor de literatura infantil, Leo Lionni. Le conocíamos ya por Frederik y Nadarín


Este cuento nos ha servido para enseñarle a Leo que de la mezcla de dos colores puede salir un tercero. ¡Es magia!, decía cuando lo comprobó con témperas. Se lo aprendió casi entero de memoria. Ya lo hemos devuelto pero está en la lista de libros a comprar. Para la edad de Leo está bien, pero creo que puede servir también para más pequeños. Os dejo reseña de un blog que me encontrado, he usado su ilustración. Pinchad aquí.


¡Feliz lectura!

jueves, 22 de enero de 2015

Llegaron los dos años (otra vez)



Dos años desde el 16 de enero. 11 kilos y 84,5 cm. Cuando tienes dos hijos, muy seguidos, dicen que los dos primeros años son los peores y luego ya todo va para arriba. Veremos.

Los terribles dos... Con Leo fui muy consciente de lo que significaba esta frase. Su primera rabieta me hizo llorar y asustarme mucho. Con Nora está siendo diferente, supongo que la experiencia es un grado, pero además ella no tiene ataques tan brutales, o al menos no son tan frecuentes.

Pero vamos, sus rabietas tiene. El otro día en el parque me la llevé llorando en el carro (me costó la vida meterla) hasta casa. Hipando y en bucle totalmente. Se tira al suelo, te pide brazos pero luego te los rechaza... Lo típico. Al final pide teta, y con teta se calma. Si es que son todos iguales. :-D

Tiene mucho genio, no acepta órdenes y está deseando que la digas que hay que hacer algo para decirte que no con una sonsira y salir corriendo en dirección contraria. Vestirla y cambiarla el pañal son dos cosas dificilísimas de hacer sin llantos de por medio. Se te escurre en el cambiador, se da la vuelta e intenta levantarse. “E pie”, dice. A veces me desespera hasta límites insospechados, ¿por qué mis hijos gritan y lloran y protestan tan fuerte y no se rinden nunca?

Sigue poniendo esas caras tan graciosas, te mira sonriendo hasta el extremo y cierra los ojitos. Muy payasa. Y le gusta también poner cara de enfadada y después reírse, igual piensa que te ha timado. Es muy expresiva. A veces la dices “Nora, al baño”. Y ella ni te mira, sólo dice: “No (pausa). Nono”, poniendo boquita de piñón y entrecerrando los ojos. Sólo le falta decir: “te estás equivocando mamá”.

Lo que más le gusta sigue siendo correr, saltar y bailar, y si es con Leo mejor. Las coreografías de los cantajuegos las controla a la perfección (sí, hemos vuelto a los cantajuegos). Y, ¡oh sorpresa! Frozen ha entrado en nuestras vidas. A Leo se le está pasando ya, pero Nora... Se levanta y se acuesta con el “Ana” en la boca. Eso sí, esta película ha terminado de despertar en Leo su amor de hermano. Ya os contaré.

Le gusta mucho la pequeteca, sobretodo cuando cantamos, y los niños en general. Esto es una novedad para mí, Leo a esta edad no tenía ningún interés por ningún niño. A Nora le gustan los hijos de mis amigas, les da abrazos, y en la pequeteca juega a veces con sus compañeros a correr. Habla de ellos en casa y les nombra. No es extremadamente sociable, tiene su puntito de timidez y de estar siempre cerca de mamá, pero si hay columpios de por medio o algo que la atraiga lo suficiente, se olvida de mí un poquito. ¡Y eso me encanta! Las que tengáis niños hiperdemandantes lo entenderéis. Cosas como que yo la diga si quiere darle un beso a su profe y ella diga que sí y se vaya al otro extremo del corro a dárselo me dejan alucinada. Es verdad que luego se queda allí delante, mirándola, sin atreverse a hacerlo, como si no quisiera invadir su espacio hasta que la den permiso. Y entonces la profe le dice ¿me das un beso Nora? ¡Y ella se lanza a sus brazos!

En temas de motricidad gruesa va lentita, pero pone empeño y ganas. Ya baja bordillos solita, no quiere que la ayudes. Pero es prudente, si ve que no puede te alarga la mano. Las escaleras con ayuda. Sigue practicando el salto y ya levanta a veces los dos pies. Cuando la dices que vamos a hacer algo que le apetece mucho da saltos de alegría mientras grita: "¡Beeeen!" ¡Y se quiere subir a todo! Ponerse de pie en el sofá, en la mesa del salón, ¡en el balancín de vaca que tenemos en casa! Y claro, yo que sé cómo es, pues doy la impresión de madre sobreprotectora, pero es que en este aspecto no es como una niña de dos años sino como una de año y medio. De hecho ya empieza la gente a pensar que es más pequeña de lo que es, esto me pasaba también con Leo, jajaja.

En cambio con la motricidad fina va más adelantada, casi coge mejor los cubiertos que Leo. Y también pinta bastantes garabatos, maneja el pincel... El otro día en la pequeteca se pringó las manos de témpera y estaba encantada. Quizá está empezando a superar la fase de “ me da asco mancharme”. Claro que anoche se cayó en la bandeja de la trona una gota de yogur y me pidió la servilleta y estuvo frotando hasta que no quedó ni una partícula blanca. Acercaba mucho la cara a la bandeja, concentradísima, buscando restos.

Habla mucho, frases enteras aunque con pocos verbos aún. Con su hermano mantiene unas conversaciones graciosísimas. Ya pone adjetivos a los nombres, y cuando no sabe decir algo completa con “aaaaaaaa”, entonando como si estuviera hablando. ¡Y canta! Las últimas sílabas o la última palabra de cada verso, pero sí, canta. También dice ya su nombre y empieza a practicar con los pronombres. Se hace unos líos muy graciosos con el tú y el yo. También ha aprendido ya a decir “mío”, ejem...

Es muy cariñosa, da unos abrazos y besos que te cargan de energía. Me parto de risa con ella y en muchos aspecto es una niña fácil. Cabezota, un poco intensa, ¡pero cuando tienes un Leo en tu vida todo te parece chupao! A veces hasta entiende por qué no le dejamos hacer algo si se lo explicamos. Me pongo de cuclillas para estar a su altura y ella entonces se pone de cuclillas también y me mira con la misma cara seria con que la miro yo. ¡Imita muchísimo!

Se levanta por la mañana y si Leo no se ha ido al cole todavía corre a saludarle: “hola Leo, hola Leo”. Luego pide “tato” (ni idea de por qué llama así a los cantajuegos) y su “eche pan” (pan de leche con mantequilla y mermelada). “Ahí mamá, ahí”, señalando el sofá. Y empieza la lucha para que se siente en la trona a comer. Porque no aguanta más de 5 minutos sentada. Acaba muchas veces comiendo de pie, dando vueltas por el salón, acercándose de vez en cuando a la mesa a pedir “ma”.

Ya se lava las manos solita. Se quita las zapatillas y los calcetines. Ponérselas es otra cosa, claro. Las de Leo sí se las pone, y anda con ellas y todo, jajaja. Y sigue teniendo esos ratos mágicos de entretenerse solita con algún juguete. Pocos, cortos, pero ahí están.

Está cambiando muy rápido, creciendo mucho. Con sólo 9 meses más, ¡Leo empezó el colegio! A ella por suerte le queda mucho aún, cosas de ser de principio de año. Pero en breve será ya una niña “hecha y derecha”, sabrá hablar, expresarse, dejará el pañal... Dormirá del tirón... ¿dormirá del tirón? ¡¡¡Que duerma pronto del tirón, por favor!!! ;-)

¡Ah! La corona la hizo Leo. Así descubrimos lo bien que recorta. :-)

¡Feliz maternidad!



jueves, 15 de enero de 2015

Miedos en mi maternidad



Soy madre de dos niños, he pasado dos embarazos y dos partos y las vivencias y emociones han sido muy diferentes. Y pensándolo me doy cuenta de que esas diferencias son más grandes en cuanto a los embarazos y partos que luego en la crianza y en mi día a día como madre. ¡Gracias, mama de Álvaro, por inspirar este post! ;-)

Cuando me quedé embarazada de Leo me aterraba que fuera algo mal, que dentro de mi cuerpo estuviera pasando algo malo y yo no me estuviera dando cuenta. Tuve muchos dolores de ligamentos, dolores en el útero debido a que éste va creciendo. Algo muy normal que nadie me explicó y que yo no había leído en ningún sitio (y mira que leía y leía sin parar sobre estos temas). Llegué a estar muy angustiada, llamé a mi matrona y no consiguió tranquilizarme, sólo me dijo que en principio no pasaba nada, que hiciera reposo y que si me seguía doliendo que fuera a urgencias. Me acojonó aún más. Esa misma tarde fui a hacerme una eco a una clínica privada, recuerdo cómo mi chico me intentaba tranquilizar por teléfono, yo estaba en el curro. Él llamó a varias cerca de casa y preguntó precios y disponibilidad.

En la eco todo estaba perfecto. ¡Salimos tan aliviados! Yo estaba de 11 semanas y aún no había tenido ninguna, en la seguridad social la primera es a las 12. Creo que no estaría de más poner una eco antes, quizá en la 8 o en la 9, la eco de calmar nervios y ansiedades... Se hace tan largo hasta la semana 12...

Yo estaba convencida de que tenía un embarazo ectópico. Me cuadraban todos los síntomas. Claramente en mis embarazos las hormonas colapsan todo mi raciocinio.

Durante todo el embarazo tuve varias inseguridades de este tipo. Con la diabetes gestacional lo pasé muy mal también. Sentía que no estaba acogiendo correctamente a mi hijo, que mi cuerpo no funcionaba, lo sentía como un fracaso. Qué tonta, y qué poco nos ayudan los médicos en estos casos. Estamos tan sensibles, estamos albergando a nuestro hijo dentro de nosotras y nos tratan como... no sé, ¡como niñas tontas que tienen gases en vez de un ser humano dentro!

Con Nora esto fue muy distinto. No había miedos de este tipo. Estaba segura de mí misma, estaba serena en este sentido, me sentía poderosa, fuerte. Incluso en la semana 12 me dio alto el riesgo de síndrome de Dawn y me negué a la amniocentesis y estaba muy tranquila. Lo cuento en las primeras entradas de este blog.


En mi primer embarazo tenía también miedo al parto. Pero no al dolor, no al proceso fisiológico, eso me maravillaba y estaba deseando sentirlo. Tenía miedo a que no me trataran bien en mi hospital, a que no me respetaran. Creo profundamente que tenemos derecho a parir como nosotras decidamos, que deben escucharnos y valorarnos, no infantilizarnos. Creo que parir es una de las cosas más increíbles y alucinantes que puede experimentar una mujer y creo que nos han robado la posibilidad de vivirlo de esta manera, creo que el miedo al parto que sienten muchas mujeres viene de tratarlo como lo que no es por parte de los profesionales de la salud.

Yo quería parir en casa para no toparme con indeseables, pero me daba demasiado miedo, no estaba segura del todo y así no podría convencer a nadie. Ahora sé que no es mi opción, aunque la respeto y me encantaria poder llevarla a cabo.

Pensé en cambiar de hospital pero al final, hablando con el jefe de servicio de ginecología, decidí quedarme. Entregué un plan de parto que sé que acabó en la basura... Pero fue mi decisión. Cuando la tomé se me quitó un peso de encima, aunque el miedo a que me “robaran mi parto” seguía ahí.


Con Nora tenía claro que quería ir al hospital de Torrejón. No había dudas, no había miedo. Fui a una charla preparto y salí enamorada. Me había informado mucho y no me contaron nada nuevo, pero conocí a Elena, la jefa de matronas, y fue la guinda del pastel. La novedad vino cuando me enteré de que Nora estaba de nalgas, y todo parecía indicar que así se iba a quedar. Ahí sí tuve miedo. Tenía que decidir si quería un parto de nalgas o una cesárea. Yo no quería una cesárea, pero el parto de nalgas me daba miedo. Una vez más, Torrejón no me decepcionó.

Durante las últimas semanas tuve miedo; a pesar de sentir una vez más ese alivio al tener todas las decisiones tomadas sentía miedo porque el parto de nalgas era algo bastante desconocido para mí. Y además me daba mucho miedo la posibilidad de que me separaran de Nora. Este era un miedo heredado de mi primer parto, por desgracia. Miedo que durante mi primer embarazo no sentí. Ni se me pasó por la cabeza que pudiera suceder. Hay que joderse.


Durante el embarazo de Leo no me daba miedo pensar en el después. En ese momento en el que tienes ya a tu hijo en brazos y te vas a casa. No me daba miedo llegar a casa solitos, es más, lo estaba deseando. Estaba deseando vivir ese día a día, disfrutar de ello. En cambio, con Nora sí me daba miedo, porque estaba ya Leo en la ecuación. Me daba miedo que se sientiera mal, que sufriera con los celos, que no comprendiera nada. Era tan pequeño, dos añitos... Y me daba algo de miedo-pereza-inquietud pensar en las nuevas rutinas, en cómo íbamos a apañarnos... Y tengo que decir que no me equivoqué. Salvando las primeras semanas con Leo en las que tuve bastante bajón hormonal y él tuvo un pequeño problema de salud, creo que viví mi maternidad con bastante calma, paz y seguridad en mí misma. En cambio, la llegada de Nora revolucionó toda nuestra vida, nos puso del revés y estamos ahora volviendo a nuestro ser, casi dos años después.


Con Leo me daba miedo pensar en la familia, en las ganas que tendrían todos de estar con él, de cogerle, mientras yo sabía que lo querría sólo para mí. No me equivoqué. Mi instinto de protección y posesión animal floreció y me invadió y llevé fatal las visitas, los “robos de bebé”, las constantes muestras de adoración abueliles... ;-) Poco a poco fui relajándome (me costó) y con Nora mi actitud fue muy diferente. No pensaba mucho en ello y sabía que la ayuda de los abuelos sería imprescindible. Y así ha sido.


De Leo no me separé ni una hora hasta casi el año. Necesitaba estar con él, en contacto fisico casi constante. Y me daba miedo no verle, no saber de él en cada momento, no compatir con él cada momento. A Nora la dejé con los abuelos mucho antes. Ya sabía cómo eran ellos como abuelos, yo necesitaba más tiempo para mí, para descansar, y supongo que me sentía más relajada como madre. Además, seguía necesitando estar también con Leo. Pero sí recuerdo las primeras veces de dejarla, con el padre, y sentirme rara, vacía. Ese sentimiento sí era igual que cuando lo experimenté la primera vez con Leo.


Un clásico del segundo embarazo es tener miedo de no poder darle a cada hijo todo lo que necesita. No poder estar al 100% con los dos. Yo sabía que Nora no iba a poder tener tanto tiempo en exclusiva conmigo. Pero no me angustiaba demasiado, el porteo ahí me ayudaba. Yo sabía que ella estaría pegadita a mí en el fular todo el tiempo que quisiera, y para un bebé pequeñito eso es lo más importante. Además sabía que tendría su teta también. A mí me daba más miedo no poder darle a Leo lo que hasta entonces le había dado. ¡Qué mal lo he pasado por él! Muchas veces me desesperé y lloré, pensando que le estaba causando un daño horrible. Luego aprendí a relativizar. Tanto él como yo lo hemos pasado mal con el cambio de un hijo a dos (bueno, y el padre también, ¡aquí hemos penalizado todos, jajaja!). Creo que yo podría haberlo hecho mejor, quizá le trasladé de algún modo ese miedo. Aunque también sé que él sí sintió por sí mismo desconcierto, celos... ¡cómo no iba a acusar ese gran cambio! Me tenía toda todita para él, en cuerpo y alma. Y ese año llegó Nora, el destete, el abandono de pañal, el cole... ¡Ya lo he dicho más veces, pero es que tuvo que ser muy duro!


Menos miedos en el segundo embarazo y parto, más miedos en la segunda crianza. No con respecto al segundo hijo sino con respecto a la familia de cuatro y con respecto a las relaciones entre sus miembros. Es curioso, a día de hoy me sigue preocupando más lo que siente Leo con respecto a Nora que viceversa. Al fin y al cabo, para Nora Leo siempre ha estado ahí, ella no ha vivido ningún cambio... Y supongo que Leo siempre será el primero también en provocar y hacer que salgan todos nuestros miedos y dudas sobre la crianza... Siempre seremos novatos con él y Nora siempre irá a la zaga, a su vera, siendo y existiendo también en relación a él. Porque siempre tendremos algo con lo comparar, debamos o no.

¡Feliz maternidad!

jueves, 8 de enero de 2015

Unas buenas navidades

El mes de diciembre ha sido bueno. Intenso, pero feliz. Las navidades han pasado con mucho tiempo libre bien aprovechado, con juegos, manualidades, horarios cambiados... Nos hemos estado levantando tardísimo, ¡a las 10 u 11 de la mañana a veces! Una noche Nora hizo 7 horas del tirón, sólo eso merece una entrada en el blog. :-) Ha habido también broncas, alguna pelea, llantos... momentos de desesperación provocados por mis hijos-lapa, algún estrés por ahí suelto... Pero en general, terminamos el año felices. ¡Esto va para adelante y el 2015 tiene que ser el año del cambio!

La última semana de cole ya fue como el previo. Los abuelos nos dejaban solitos dos semanas y había que empezar con ganas. Por suerte el tiempo acompañaba y además de alguna breve incursión en el “espíritu navideño”, teníamos parque y sol.





Además comencé con mi fiebre de las manualidades y me hice unos renos para el amigo invisible de la pequeteca de Nora (ella recibió unos papá Noel para el árbol a los que llama de una forma muy graciosa, como “papá eeé”), un yogur decorado para colgar del árbol de los deseos del cole de Leo, un intento de estrella para el árbol de Navidad que acabó en la basura (pero nos lo pasamos muy bien haciéndola), un paisaje navideño en la ventana y unas tarjetas para la familia que Leo repartió con mucho orgullo. Él me ayudó en casi todo, Nora en algunas cosas. El paisaje en la ventana no es la primera vez que lo hacemos y es un éxito seguro. Esta vez Leo fue el creador absoluto de las luces de Navidad entre los árboles y de gran parte de la distribución general. ;-)


El día 14 fuimos al teatro con los dos, era la primera vez. Salió muy bien, la obra fue un acierto. Para niños de 0 a 6 años. La reina de los colores, en el teatro Plotpoint, en Delicias. Nora se asustó con el comienzo, pero en los brazos de papá se le pasó. Estuvo seria pero muy muy atenta. Leo participó mucho y volvió a casa contentísimo. Para él los viajes de ida y vuelta en el tren y el metro forman parte de la diversión. ¡La recomiendo!


Fuimos a comprar el árbol juntos y lo pusimos por fin el día 16. Les encantó. Las luces sobretodo. Es la primera navidad en la que Leo es consciente de verdad de todo y ha disfrutado mucho. Y Nora como es feliz per se y además mimetiza las juergas que da gusto, pues imaginaos.

El 17 hubo un espectáculo en el cole divertidísimo, que organizaron varias profesoras, entre ellas la de Leo. Lo hicieron por la tarde y fuimos muchísimas familias. Después el AMPA hizo chocolate y mis hijos acabaron jugando en el escenario con aros y pelotas.


Cuando no hay ayuda de la familia tener planes es imprescindible, en mi casa al menos si pasamos más de dos días de no hacer nada, los niños mutan y se convierten en monstruitos roba-energía-y-buen-humor. Así que a planear se ha dicho. El 17 era también el último día de pequeteca y Nora lo pasó muy bien, básicamente porque no paró de comer guarrerías en la mini fiesta que hicimos. Y al día siguiente, cumple de unas niñas de la clase de Leo, con actuación de un mago, castillo hinchable y máaas guarrerías y dulces.

Y el 19 acabó el cole, con fiesta elegante y uvas y más conciertos y visita de los reyes magos. Por la tarde fuimos a ver actuar a una cuentacuentos que ya conocemos y que a Leo le encanta, hasta le da un beso al despedirse y eso en él es mucho, ya os lo digo.

El sol siguió acompañando y tuvimos calle varios días, con búsqueda de palos y piedras y columpios. Los días de sol en invierno son maravillosos. También tuvimos un día de parque de bolas, genial porque no había casi nadie, era día 21 y Leo y Nora se lo pasaron pipa recorriéndolo entero (el papá hizo de acompañante, que Leo puede entrar solo pero Nora no, y allí son muy majos y dejan que los adultos nos deslomemos con nuestros hijos, jajaja). Además siempre le pintan la cara y eso le mola.







 El 23 nos fuimos al Museo de Ciencias Naturales por la mañana (en tren, por supuesto). Íbamos a ver unos títeres de dinosaurios pero estaban las entradas agotadas, había muchísima gente. Casi mejor porque Leo no estaba muy receptivo. Le dieron igual todas las reproducciones de animales excepto un cocodrilo al que miró durante unos pocos segundos. Ni el diplodocus gigante le impresionó. Eso sí, nos salvaron unas pantallitas interactivas en las que al ponerte tú delante con una especie de tableta, salías con un dinosaurio caminando. Luego a hacer el cabra fuera un rato y de vuelta a casa.

Llegamos a Nochebuena y vienen los abuelos (no los que se han ido de vacaciones, los otros). Cena con la familia de la que sale llorando Leo a las 00 h. porque no quiere irse a la cama. Por supuesto 5 minutos después estaba sobado en el coche. Este año se ha aprendido varios villancicos, los ha cantado, bailado y tocado con “los musicales” (los instrumentos). Acompañado por la siempre-complaciente-cuando-hay-juerga Nora. ¡Hasta se ha inventado una canción sobre un árbol de navidad! Su vena creativa está saliendo a la luz. El 25 más familia, perfecto porque ese día no había plan y nos salvó la visita del primito en casa. Tiene 7 meses y mis hijos le adoran.


El 26 otro de esos días regalados con un sol cálido. Al parque y sin abrigo, un lujazo. Por la tarde a la biblioteca a coger cuentos. El 27 otro cumple de una amiguita. Nos lo pasamos muy bien, Nora descubre los castillos hinchables (había uno alquilado por los padres de la cumpleañera) y salta como una profesional. Pero al final, sobre las 21 h., ocurre un pequeño accidente, a Leo le pisan en el castillo (yo ni lo vi, aisss, él decía que se le habían tirado encima "un montón de niñas") y acabamos en el hospital. Pronación dolorosa en el brazo curada in extremis por una doctora que hace magia y le deja como nuevo. Vaya 3 horas horribles con Leo llorando de dolor, dos radiografías con intento de huida y Nora subiéndose a las sillas de la sala de espera para ver si amortizábamos el viaje. Mi pobre niño, ya en el coche me decía que podíamos mandarle un wassap a la doctora para decirla que lo había hecho muy bien. :-D


El 31 los abuelos están ya de vuelta, Nochevieja muy tranquila y después de las uvas a casa porque Leo está cansado y con dolor de barriga. Bueno y el papá también y la abuela con lumbalgia. Cosas que pasan.

Pero el 2015 empieza bien y día 2 lo pasamos con amigos, amigos con hijas mayores con las que Leo se entretiene un montón. Descubre el lego (no el duplo, el de verdad) y hace de niño independiente con su querida amiguita de 9 años, a la que nos apetece siempre adoptar, jajaja.

El 3 es día de los papis, comida con amigos. Todos dejamos a los niños por ahí (bien cuidados, se entiende, jajaja) y de 14 a 20:30 horas no cambiamos ni un pañal, ni limpiamos mocos, ni regañamos a nadie ni leemos cuentos.

El 4 ooootra vez el sol me da toda la vida en el parque. Además es una de esas mañanas en las que puedo ver cómo mis hijos juegan sin mí, yo me dedico a mirar y hacer fotos. ¡Esto no es muy habitual! Por la tarde... descubrimos Frozen. La ven por primera vez. Enterita. Bueno, Nora no, claro, aunque no le hace falta, ya llama a Ana cada dos por tres. Más tarde llegan amigas a casa, de mamá, una de ellas con niño incluído... Y a jugar. 






Día 5. Cabalgata. Chocolate. Dejar galletas y agua debajo del árbol. Siento que estoy engañando a Leo con todo el rollo de las galletas pero es que son los Reyes Magos. ¡Los Reyes! Y el día 6... El mejor día de las navidades. Mi preferido de toda la vida. Y este año hemos acertado con todos los regalos, y encima creo que no han sido demasiados. Baúl de disfraces hecho con un tupper de los chinos y complementos varios (y algún disfraz regalado). Cocinita (modesta pero resultona). Patinete para Leo (8 euros en Segundamano), moto para Nora (nos la ha dado una amiga), un cuento para cada uno. Abuelos 1: playeras. Abuelos 2: juguetillo consistente en dos pizarras magnéticas con un niño y una niña a los que vestir con prendas. Mola bastante. Una mini cámara de fotos de Spíderman y un bebé con bañera de unos tíos míos (esto sin nuestra aprobación, pero bueno no se puede controlar todo. Si nos hubieran preguntado habríamos sugerido otras cosas, algo más modesto o que sabemos que van a usar más. En fin).

¡Les encanta todo! Aún queda algún regalo que sé que les caerá, de algunas tías mías que vendrán a visitarnos pronto, pero eso ya no lo cuento como Reyes, es simplemente familia que viene pocas veces al año y sí o sí traen algo para los niños.

El día 6 hubo ruta por las casas de los abuelos y además Leo se quedó a dormir donde mis padres. Hoy ha estrenado su patinete con ellos y por la tarde sólo quería estar en casa para jugar con los regalos. 

 
Hemos tenido un poco de todo, se nos quedó colgado el Navibus porque nos pillaron unos días demasiado fríos, fuimos también una mañana a ver una exhibición de patinaje infantil y juvenil que a Nora le flipó. A Leo también, aunque menos porque la música estaba muy alta. ¡Necesitamos unas orejeras para amortiguar sonidos ya mismo! Hemos tenido momentos malos sobretodo con Nora, que está muy rebelde y provocadora. Llora insistentemente por cualquier cosa, sobretodo por mamá. Pero en general ha estado bien. ¿Acabará gustándome la Navidad al final? Desde luego con niños es otra cosa... Y con amor. Con amor del bueno todo es mejor.

El 2015 tiene que ser mejor que el 2014, de eso estoy segura. Y el comienzo así lo augura.

¡Feliz año nuevo!