miércoles, 29 de agosto de 2012

Cambios en nuestra lactancia

Ya conté aquí que Leo había empezado a morderme. Por desgracia sigue haciéndolo, aunque no muy a menudo. Es curioso pero sé exactamente cuándo va a hacerlo, y me doy cuenta casi desde el principio de la toma. Él sabe perfertamente que no está bien, yo le regaño y me enfado mucho, le digo que ya no va a haber más teta si sigue haciéndolo, y parece que va aceptando poco a poco la regañina, con cara de resignación. Últimamente, siempre por las noches cuando le estoy durmiendo, si me muerde y le regaño deja pasar un tiempo y después me la vuelve a pedir tímidamente y especificándome que lo va a hacer “despacio”. Él dice “despacio” con un gesto de la mano, como si dijera “párate”, y la mueve lentamente. Me aguanto la risa porque además pone cara de arrepentido... ¡la madre que le trajo!

No sé por qué lo hace, me preocupa un poco pero ya lo he asumido. Aparte de que no lo hace a menudo, también está el factor de que ya casi no mama, ni mordiendo ni sin morder. Esto me preocupa más.

Creo que ocurre desde hace unas tres semanas. Quizá mi producción ha bajado en picado. Yo no siento que él mame igual que siempre, no le oigo ya tragar, no oigo nada líquido, sólo succión “vacía”. Me aprieto y no sale nada, la última vez una gotita, hace una semana o poco más.

De repente me di cuenta de que mi hijo no mamaba por el día. ¡Con lo que ha sido él! Y así lleva estas tres últimas semanas, mamando en la camita para dormirse, eso sí, a eso de momento no renuncia. Y también en los despertares. Y nada más. Para la siesta tampoco. De vez en cuando me pide teta, se la saco, él se acerca, abre la boca, y antes de hacer succión se aparta riendo, como diciendo: ¡que noooooo! Nos reímos los dos y me la guardo. La única excepción ha sido hace unos días, que ha estado malito con fiebre y sí me ha pedido varias veces durante el día, pero apenas mamaba unos segundos y ya.

Además, ha empezado a despertarse menos por las noches, casi siempre tiene 2 despertares, como mucho 3. ¡Aguanta 5, 6, 7 horas seguidas! ¿Tendrá algo que ver? Cuando se despierta sigue pidiéndome teta, así que lo dudo un poco. Siempre he estado bastante convencida de que los despertares de mi hijo no eran para mamar. Me inclino más a pensar que es casualidad, que su sueño va madurando poco a poco (de hecho Leo ha ido evolucionando de una forma muy muy progresiva y lenta en este aspecto, a lo largo de los meses). Pero no sé, quizá sí tenga que ver algo.

Ahora se toma un vaso de leche al acostarse, me lo llevo a la cama junto con el agua (pide leche y teta, o teta y leche); y otro en su segundo despertar, entre las 6 y las 7 de la mañana normalmente (a veces más tarde, a veces más temprano). A veces se toma los dos vasos enteros y a veces sólo la mitad de cada uno, pero antes de esto Leo no tomaba nada de leche. Nada de lacteos. Es increible cómo está cambiando todo esto en menos de un mes.

Me da mucha pena que se destete, aunque yo apuesto por que no lo hará. Pero esta noche me ha dado por recordar cuando mamaba y yo le oía tragar, cuando se concentraba en tomar leche y leche y leche... y yo le miraba y le acariciaba. Y me pedía 8 veces al día y eso me tranquilizaba un montón porque del resto de comida sólo picoteaba (por cierto, esto no ha cambiado mucho, la verdad). Y ahora, estando incluso malito, apenas le ha dado un par de chupaditas a la teta...

Si pienso en el tandem me agobio un poco, pero si pienso en que dentro de poco mi niño no me va a pedir teta más, me entran ganas de llorar.

domingo, 26 de agosto de 2012

18 semanas y rabietas

Escribo sin saber aún qué voy a escribir. No estoy de muy buen humor ahora mismo. Estoy en la semana 18 de embarazo, concretamente en la 18+4. Ya noto a mi niña todas las noches cuando me acuesto en la cama, mi tripa sigue creciendo y mis molestias también. Tengo dolor de espalda, en las lumbares. También algo de ciática, o quizá sea dolor pélvico, no sé, me duele en los glúteos pero no en las piernas. Me duelen los muslos cuando me tumbo de lado y me duele la cadera por el lado izquirdo, lo noto de repente, como si se desencajara algo...

Los pinchazos en los glúteos creo que es lo peor, a veces me hace cojear o andar a cámara lenta. Son como latigazos. Con Leo me pasó, pero sólo en el tercer trimestre.

Para colmo, tengo algo en la rodilla derecha que me está matando. No tengo ni idea de qué es ni de si tiene que ver con el embarazo, pero me duele mucho, sobretodo cuando llevo sin articular la rodilla un ratito. Es un dolor bastante jodido justo debajo del hueso de la rodilla. Voy a llamar al médico porque son ya muchos días y me mosquea, hoy iba cojeando y no puedo subier escaleras con esa pierna, porque me duele mucho al cargar peso con ella. Imagináos el bien que me hace coger a Leo en brazos, pero es que lo reclama muchísimo y no acepta un no por respuesta.

Eso sin contar con los dolores de cabeza. Llevo unos días pasables, pero hasta hace poco, a diario me dolía y me retumbaba si me levantaba o agachaba.

Sigo sintiéndome "pesada", oxidada, como si fuera una viejecilla. Sé que tengo que moverme más y hacer ejercicio, pero este maldito calor me aplasta. A ver si en septiempre empiezo a tomármelo en serio, tengo muchas ganas de ir a nadar, sé que me va a hacer mucho bien.

Por otro lado Leo está con una rabieta detrás de otra. Digo rabieta, pero me temo que ni siquiera llega a eso, son "simples" berrinches (bueno, simples simples.... ¡¡Uf!!). Pero puede haber 20 en un día. Llora, grita, corre desesperado... por cualquier cosa. Si su padre le coge y le hace el avión 80 veces y él se descojona de risa, cuando su padre para, ya sin sentir los brazos... Rabieta. Si ve el móvil y pide ver vídeos por enésima vez y le digo que no... Rabieta. Si le digo que deje de tocar la tele 20 veces y al final le aparto para que no la tire al suelo... Rabieta. Rabieta cuando su padre le baña, de repente no lo soporta; rabieta por todo. ¡Por todo! Ah, y también nos pega. Nos pega, nos muerde, nos pellizca, nos tira del pelo...

Y eso nos agota a su padre y a mí. No podemos mantener la calma en tooodas esas ocasiones. Y al final siempre cae algún grito, alguna mala contestación que sobra, alguna discusión entre él y yo. Y vamos tirando, pero joder... Creo que no para aguantar durante meses así. Y esto es sólo el principio, supongo.

Yo estoy harta de reñir a Leo, de estar enfadada, de no poder disfrutar de él ni de mi pareja.

Esoy deseando que acabe el verano y el calor. Por primera vez en mi vida. A ver si el otoño nos trae cambios.

sábado, 18 de agosto de 2012

Momentos

Son las ocho y media de la tarde. Ola de calor en Madrid. La casa está sellada aunque el sol se cuela a través de la persiana. Mi casa está orientada al suroeste y no tenemos cortinas.

El ventilador en posición 2 frente a mí. Estoy tirada en la chaiselongue con una coca-cola sin cafeína que voy apoyando en la trona. Llevo una hora leyendo, en silencio. ¡En silencio!

Al peque se lo han llevado los abuelos al centro comercial, a pasar un par de horas. Allí no hace calor y además a última hora activan unos chorros de agua en la entrada para que los niños jueguen, salten, se empapen... Nos lo traen a las 21:30 h.

La verdad es que estos momentos de paz no son muy habituales desde que nació Leo, y es curioso, pero no los echo demasiado de menos. Hasta que me encuentro con ellos de bruces y parece que me acuerdo de lo que eran y me digo: "¡aahhh claro, qué lujo!". Me encanta estar con mi hijo, disfruto mucho de mi tiempo con él y no suelo tener la necesidad de “desconectar”. Creo que tengo suerte, quiero estar todo el rato con él pero cuando no lo estoy también estoy a gusto. Sobretodo porque cuando no estoy con él es porque está con los abuelos (o con su padre, claro). Sé que se lo pasa genial con ellos, está cerquita y le veo irse contentísimo mientras me dice adiós con la manita. Supongo también que esto es así porque puedo permitirme estar con él a todas horas. Si tuviera que trabajar, llegaría corriendo a casa para aprovechar las 4 ó 5 horitas como mucho que podría pasar con él cada día y creo que no llevaría tan bien el tener que compartirlo con el resto de la familia.

También influye que el papi está con nosotros casi a tiempo completo (y ahora sin el casi, que está de vacaciones). La crianza es mucho más placentera si no estás sola todo el día, si cuando te sientes desbordada puedes apoyarte en el otro. Todo se hace más fácil, menos cuesta arriba, te relajas más. Mi chico y yo nos turnamos a veces y mientras yo juego con Leo en el salón él se va al estudio, o yo me quedo reposando después de comer mientras él le duerme y recoge la cocina después. Y siempre hay tiempo para una ducha.

Sé que esto no será así siempre; estos momentos a solas, sabiendo además que tienes todo el tiempo del mundo para estar con tu pequeño, son geniales. De momento todo cambiará en enero cuando llegue una lindísima muñequita a trastocarlo todo... ¡¡y lo estoy deseando!! Ójala todos los cambios supusieran tanta felicidad añadida.

Por cierto, estoy ya de 17 semanas y empiezo a notarla un poco... ¡qué ganas de que se muestre más!

jueves, 16 de agosto de 2012

Mi segundo premio (y entrega de los dos)

Mi querida Yo Misma, de Tres amores y un millón de aficiones, me entregó hace unos días el premio Liebster Award, y tenía pendiente seguir la cadena. Tengo que entregarlo a 5 blogs que tengan menos de 200 seguidores y que yo piense que merecen ser conocidos por todo el mundo. Éste era el premio:


Una terapeuta temprana: lo he descubierto hace poco y es todo un filón de información y documentación interesantísima. Además es un blog lleno de cariño hacia todos los niños y niñas.

Disfrutando juntos: amable, entretenido, apasionado... Hacía algún tiempo que lo tenia abandonado, pero este premio me da la oportunidad de recuperarlo y ponerlo en mi lista de blogs. Merece la pena!

Los ojitos que brillan: creo que fue uno de los primeros que descubrí, mucho antes de tener yo mi propio blog. Es inteligente y está lleno de activismo y amor.

La sonrisa de la Anjana: lo acabo de descubrir y me he dejado llevar por su post de La crisis de la leche y la represión patriarcal. Me encanta leer a mamás defendiendo con uñas y dientes su derecho y el de sus hijos a la lactancia materna y tumbando falsos mitos y gilipolleces varias.

El arte de ser madre: es muy original La autora es la misma que la del blog Anda, si es mamá - una mamá bloguera. Es un compendio de pinturas relacionadas con la maternidad. ¡Lleva recopilados nada más y nada menos que 147 cuadros sólo de lactancia materna! Como ella misma dice: “Este blog es un homenaje a todas las madres. Que la maternidad, gracias a grandes genios haya sido elevada a la categoría de arte, debe ser por algo. ¿Será porque ser madre es también un arte?”


El segundo premio me lo ha dado también Yo Misma. La conocí a través de Red Canguro y es dulce y divertida como ella sola. Sonríe tanto como el emoticono del premio. Es éste:


Tengo que responder a 5 preguntas que ella me hace. Después, yo lanzo otras 5 preguntas a otros 5 blogs. Sus preguntas son:

¿Cuál es tu mayor virtud?
Se me da muy mal lo de hablar de mis virtudes. No es falsa modestia, ¿eh? Que yo me quiero mucho, ¡jajaja! Quizá... tomarme las cosas (importantes) con filosofía y calma y ser optimista. Supongo. No sé. Bueno, paso a la siguiente!

¿Cuál es tu plan ideal?
Ahora en verano, uno que incluya una playa paradisíaca y desierta, donde disfrutar en pelotillas con mis dos chicos, el pequeño y el grande. Por ejemplo.

Una ciudad que quieras conocer y por qué.
¡Muchas! Le tengo ganas a Praga, me parece romántica y acogedora.

Tu comida preferida.
Pizza, pasta, codillo, cocido...

La película que no te cansas de ver.
Se me ocurre Beautiful Girls, pero seguro que hay muchas más.

Y ahora mis preguntas y mi elección de blogs. Es difícil porque soy muy nueva en esto de los blogs y no conozco a nadie en persona. Por eso voy a elegir sólo 3 que me han ayudado mucho (aún sin saberlo sus autoras) y me acompañan desde hace tiempo. Siento si me salto las reglas, porque en teoría deben ser 5, pero bueno, contad con que le devuelvo el premio también a Yo Misma y se lo envío a Casa en Construcción, aunque Yo Misma lo haya hecho ya y no valga. Ellas son dos de mis chicas de RC y les tengo mucho cariño.

Tenemos tetas: conocí a Ileana en un maravilloso foro lleno de amigas y tolerancia, lo tiene linkado en su blog. La admiro por cómo escribe y por todo lo que sabe, y aunque en persona no la conozco, !es todo amor!

Una maternidad diferente: me he leído absolutamente todos sus post sobre lactancia materna. Es un pozo de sabiduría sobre el tema. Además, en su blog encontré también mucha información sobre el Baby Led Weaning. Es objetiva, rigurosa ¡y me encantaría conocerla!

Con la teta hemos topado: uno de los primeros blogs “lactivistas” que descubrí. Divertida, con las ideas claras, me encanta leerla y sentirme tan identificada con ella.

Mis preguntas:

¿Por qué creaste tu blog?
¿Qué te gustaría hacer que nunca has hecho?
Lo más difícil de tu maternidad ha sido...
Algo que odias.
¡Algo que te encanta!

Os visitaré para avisaros a todas y seguiré leyéndoos. ¡Saludos!

martes, 14 de agosto de 2012

Nuestro tiempo

Hoy una entrada de Mamá sin complejos me ha dado ganas de escribir sobre esto. Su post se llama Sin prisa pero sin pausa y habla del “slow parenting”. No conocía este término aplicado a la crianza, sí había oído hablar sobre el movimiento en general, una forma de ver la vida más calmada, relacionada con un menor consumismo también. Recuerdo haber visto algún documental.

El caso es que sin saber apenas nada sobre esto, me atrae bastante. En mi caso sin radicalismos, adaptándome a las circunstancias “convencionales” de mi vida... pero me siento bastante identificada.

Desde bastantes años antes de quedarme embarazada tenía claro que me cogería una excedencia para cuidar de mi hijo el mayor tiempo posible. Sabía que los pequeños ahorros que iba reuniendo eran en parte para eso. Esto también es así porque para mí el trabajo nunca ha supuesto nada más que una manera de ganarse el pan, como se suele decir, y realmente no tengo casi ambiciones laborales. Tengo preferencias, por supuesto, pero lo más importante para mí siempre ha sido tener un trabajo que me permita disfrutar de tiempo libre, aunque eso suponga tener menos dinero.

Ahora, 21 meses después de parir, no me arrepiento nada de haber tomado esa decisión. Cogí 6 meses de excedencia, la amplié 4 meses más y al volver a mi trabajo me echaron (con un despido improcedente, mis 2 años de paro y una buena indemnización, llegando a un acuerdo conmigo, claro, porque tanto ellos como yo sabíamos que no podían despedirme). Unos meses después hubo un ERE en mi empresa que dejó fuera al 25% de la plantilla con unas condiciones mucho peores que las de mi despido. Cada día lo pienso y todavía alucino con la suerte que tuve al recibir esa “oferta” y lo bien que hice aceptándola, pensando en que podría dedicarme a Leo sin prisas.

Ahora disfruto de mi hijo las 24 horas del día. El papi trabaja pero sólo unas horas por la mañana y desde casa, así que imagináos lo fácil que está siendo todo para nosotros. Fácil con matices, claro, que criar a un bebé a tiempo completo y más como Leo, tan apegado y demandante, no es nada sencillo y sí muy cansado.

Nuestra vida no tiene muchos lujos, pero tengo que decir que tampoco nos privamos de nada que realmente queramos, y eso que nuestros ingresos no son altos ni demasiado estables. Cada familia sabe qué quiere y cómo lo quiere, nosotros hemos establecido nuestras prioridades y entre ellas no está tener una casa en propiedad, ni grandes vacaciones, ni coche, ni una decoración exquisita en casa, ni cosas compradas a plazos, ni tarjetas de crédito... En fin, que se puede vivir muy bien con poco dinero. Incluso ahora me estoy sacando el carnet de conducir y mi idea es comprarme un coche con parte del dinero de mi indemnización; esto sí va ser un gran gasto, pero muy meditado.

A veces alucino cuando algunas personas dicen que quieren tener hijos pero que no pueden permitírselo, teniendo dos trabajos en los que ganan más de 1.000 €. Eso sí, cogen 3 aviones al año para irse de vacaciones y gastan cientos de euros al mes en su ocio personal. No me parece mal, sólo me sorprende que afirmen que quieren pero no pueden tener hijos. Yo he elegido “gastar” tiempo en mi hijo, criarle, acompañarle, educarle y amarle con calma, sin prisas. No va a una escuela infantil bilingüe, no madruga, no me obsesiono porque “sociabilice” con otros niños, él vive mi vida y mi vida no incluye las prisas. Eso sí, momentos de estrés hay, ¡que soy madre de un bebé de 21 meses y tengo otro en la barriga desde hace 17 semanas!

Juntos leemos cuentos, vamos a la piscina, al parque, nos perseguimos, jugamos a la pelota, vemos vídeos infantiles en el ordenador, nos hacemos pedorretas, él nos ve cocinar, nos ve comer y come con nosotros, nos acompaña cuando vamos a tomar algo a una terraza, cuando vemos a nuestros amigos. Espera pacientemente (o no) cuando estamos en la ducha. Se viene a comprar el pan y protesta cuando queremos ver algo en la tele o leer algo durante 5 minutos y él se aburre. Nos enfrentamos a las rabietas y va aprendiendo que mamá y papá no pueden estar toooodo el rato hacíendole caso, poco a poco va jugando solo más tiempo (5 minutos... ¿cada 2 días?), se acostumbra a las rutinas de su propia familia, tenemos tiempo para enfadarnos y reconciliarnos 3 ó 4 veces al día, se despierta y nos despierta, se duerme mientras le canto... Disfrutamos del lujo de vivir los tres juntos muchas horas al día, y de ocuparnos los dos de nuestro hijo, pudiendo además turnarnos para tener nuestros ratitos de ocio en soledad, o realizando las tareas menos agradables mientras el otro se ocupa del peque.

El tiempo es indispensable para esto, y creo que también no estar sola. Teniendo estas dos cosas, es posible criar “en slow”. Otro gallo cantará, como decía Belén en su post, cuando nuestro hijo se incorpore al maravilloso sistema en el que sobrevivimos... O cuando yo tenga que buscarme un curro de mierda por 4 duros que me robe 10 horas al día (¡buf, espero de verdad conseguir uno que me robe unas cuantas menos!) De momento, y por suerte, estoy en una especie de “stand by” maravilloso. Me queda (al menos) un año, y voy a seguir disfrutándolo al máximo.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Sin (casi) palabras

Para despedir la Semana mundial de la lactancia materna, os dejo unas fotos de grandes momentos con mi hijo a los 2, 5 y 17 meses. ¡Feliz lactancia!





viernes, 3 de agosto de 2012

Buenas noticias

El miércoles tuve la ecografía de las 15 semanas acordada con la gine, previa a mi posible amniocentesis. Estuvimos (mi chico y yo) una hora y media en el hospital esperando a entrar. Todos los nervios que no había tenido antes aparecieron de repente, estaba preocupadísima porque nadie salía a recoger mi volante. Menos mal que mi chico mantuvo la calma mucho mejor que yo y se fue a la puerta de la consulta a pillar por banda a alguna enfermera y encasquetarle el dichoso papelito. Unos minutos después nos llamaban.

Primera sorpresa: los análisis de la curva larga que me había tenido que hacer el día anterior (me llamaron para decirme que el O'Sullivan había salido alto) eran correctos. ¡No podía creérmelo! ¡Dos meses y medio más de libertad! Eso sí, en octubre me hacen directamente la larga, no paso por el O'Sullivan (mucho mejor, la verdad).

Ecografía: la ginecóloga era un encanto, una distinta a la de la anterior visita pero igual de maja. Nos iba diciendo todos los marcadores que veía e iba añadiendo en cada uno de ellos que todo estaba bien. Así desde la cabecita hasta los pies. No hay nada que indique que no sea un feto perfectamente sano y normal. Ya antes de tumbarme me preguntó qué había decidido, yo le dije que no quería hacerme la prueba a no ser que se viera algo “chungo” en la ecografía. Creo que estaba bastante de acuerdo con mi decisión, nos habló de que realmente las probabilidades eran muy bajas, aunque oficialmente a la cifra que nos había salido se le llamara “riesgo alto”. Que la ecografía era perfecta una vez más, y que todo podía pasar, que había Dawns que de hecho pasaban inadvertidos durante todo el embarazo, pero que teniamos “todas las de ganar”.

A medida que ella iba nombrando todo lo que veía en la eco yo me iba relajando cada vez más... ¡Qué sensación! Empecé a hablar con mi bichito y decirle que lo estaba haciendo muy bien, que yo sabía que él estaba sano y que le quería mucho. Al final de la eco ella dijo:

-pues ya está.
-¿ y el sexo? -pregunté.
-¿queréis saberlo?
-¡sí! -dijo el padre.

¿Sí? ¡Llevaba la mitad de la eco sin poder pensar en otra cosa, jajaja! Supongo que le hubiera apetecido más decir algo como: ¿que si queremos saberlo? ¡¡¡Pues claro!!! Suéltalo!! ¡¡¡YAAA!!!

Y entonces ella dijo que parecía una niña, que había muchas posibilidades. Y el papi volvió a decir:
-¿¿muchas posibilidades??

Creo que aquí ella ya pilló la desesperación y dijo sonriendo:
-sí, claro, es muy probable, no se le ve la cola por ningún lado.

Así que salimos de la consulta sonrientes nosotros también, todo había salido perfecto, nuestra nena (¡nena!) estaba bien, yo sin diabetes, el padre flipando... y yo, pues muy contenta también por el sexo; aunque me daba igual niño o niña, lo de ser madre de una niña es algo emocionante después de tener un niño. Y antes de estar embarazada por primera vez, siempre quise tener una niña.

¡Y a ver si puedo empezar ya a disfrutar un poco más de este embarazo! Dentro de un mes la eco de las 20 semanas, y nosotros ya estamos empezando a buscar nombres... ¡Espero que no nos den la sorpresa y le crezca cola de repente!

miércoles, 1 de agosto de 2012

Semana Mundial de la Lactancia Materna: lactancias elegidas

En este primer post de la Semana mundial de la lactancia materna, me ha salido un tocho. ¡Disculpas por adelantado!

Desde siempre me ha atraído la maternidad, el embarazo, los bebés, la crianza y la lactancia. Siempre he querido ser madre, y recuerdo que desde muy pequeña pensaba que tenía mucha suerte de haber nacido mujer porque eso significaba que iba a poder engendrar una vida en mi interior. Crear un ser humano dentro de mí me parecía (y me parece) increíble, maravilloso... mágico.

Después de ser madre me lo parece todavía más. El lazo que te une con tu recién nacido, lo que él sabe de ti desde el primer minuto de vida, cómo reconoce tu voz, cómo se calma en tu pecho...

La lactancia era algo que quería experimentar y disfrutar sí o sí. Y destaco la palabra “disfrutar” poque me da la impresión de que muchas madres que eligen dar el pecho no lo hacen con ese sentimiento, no lo sienten ni lo viven así. Creo que a veces esa es una de las razones de que una lactancia “fracase”, o al menos de que no se desarrolle como sería deseable.

En mi corta experiencia viendo a otras madres dar el pecho (o no), he comprobado que las que desde el principio lo tenían claro clarísimo y además hablaban de ello con ganas, han tenido las lactancias que han querido (con sus bebés más o menos demandantes, con mastitis o sin ellas, con más o menos problemillas). Permitidme que generalice de esta manera tan brutal e injusta, ya sé que muchas madres han querido con todas sus fuerzas dar el pecho y no han podido por múltiples motivos, pero yo quiero hablar de la importancia del deseo de dar el pecho como factor de éxito y del conocimiento básico sobre la lactancia para lograrlo, y creo firmemente que si estas dos cosas las tienes, gran parte del camino está hecho. Después pueden venir los factores externos a joderte, pero eso ya es más complicado de controlar.

Algo tan sencillo como interiorizar y asumir que la lactancia es a demanda, es dificilísimo de aceptar para muchas mujeres. Supongo que son años y años, décadas enteras de grabarnos en nuestro cerebro, el de nuestros padres, madres, abuelos, médicos, pediatras... que los bebés deben aguantar 3 horas entre tomas (o al menos dos!), que hay mujeres que tienen más leche y otras menos, que la leche a veces “se va”... Es un poco desmoralizante comprobar cómo todas estas ideas están grabada a fuego en mujeres de mi generación (treinta y pocos).

Supongo que las expectativas nos pueden jugar también una mala pasada. Hoy lo queremos todo, está mal visto renunciar a cualquier cosa, la calidad de vida y la cultura de la gente se mide por la cantidad de restaurantes que conoces, el nº de aviones que coges al año, las juergas que te pegas... la ansiada y cotizada “libertad”, que nadie quiere perder por tener un bebé a la teta todo el día. Si esperas que un hijo no te cambie la vida... allá tú. Te pueden pasar dos cosas; que te pegues el chasco padre, o que hagas todo lo posible para que no sea así, desocupándote de tu bebé lo suficiente como para que tu lactancia fracase (o decidiendo directamente no dar el pecho). Será la elección de cada una.

Pero yo he visto a mujeres que sí querían dar el pecho y que se han visto desbordadas porque sus bebés “les pedían cada rato” y no les aguantaban “ni dos horas” y “eso no es normal” y “creo que es porque no tengo leche”. Y es una pena que todos estos prejuicios sean tan difíciles de eliminar, quizá porque como dice una amiga, esto te tiene que salir de dentro, es algo totalmente visceral, y si no lo sientes, darán igual los consejos más expertos de la asesora más experta... esa mujer seguirá creyendo que su hijo pasa hambre y que no es normal que pida cada 45 minutos.

Yo he visto esto de cerca y me da pena, porque realmente esos conocimientos que a mí tanto me sirvieron durante mi embarazo y en mi lactancia, a otras mujeres no les sirven de nada. Y son mujeres como yo, en teoría con las mismas ganas de dar el pecho que yo. Digo en teoría porque estas mujeres (al menos las que yo he conocido) querían dar el pecho pero no estar “con la teta fuera todo el día”. Querían dar el pecho pero no “que el niño diga ¡ah! y enchufarle la teta”. Querían dar el pecho pero ir quitándoselo al empezar a trabajar, porque así es un rollo. Estas mujeres asumían que hay una etapa del desarrollo del bebé, que va después del pecho, y que es la etapa del bibe (y digo después del pecho, no a la vez que).

Puede que el problema sea que esas mujeres tienen una idea errónea sobre lo que es dar el pecho. Quizá lo tienen idealizado, quizá desean hacerlo pero sólo porque es lo que se supone que deben desear. Y luego se encuentran con un bebé que llora cada media hora, que pasa una crisis de lactancia detrás de otra, que se pelea con la teta... y eso automáticamente se traduce en: no tengo suficiente leche.

No sé, es que yo nunca pensé eso, nunca. Es cierto que las crisis de crecimiento de mi hijo no fueron muy brutales, pero da igual, esta misma amiga de la que os hablaba antes se pasaba tardes enteras con su bebé al pecho, de uno a otro, de uno a otro... y nunca dudó de su capacidad de amamantar a su hijo. Simplemente era lo que él necesitaba hacer de vez en cuando. Pero supongo que mi amiga tenía claro clarísimo lo de dar el pecho... y lo de no querer dar leche artificial.

Quizá ésa sea otra diferencia. Saber o no que la leche artificial no es lo mismo que la materna.

La verdad es que me siento impotente cuando veo a estas madres que parece que desean dar el pecho pero a la vez no están dispuestas o no son capaces de introducirse en “el mundo de la teta”, con sus ritmos, con sus normas. Y para que esto cambie muchas cosas deben cambiar, empezando por la formación de los profesionales de la salud.

Por eso muchas veces las lactancias son las que elegimos (otras veces no), e indagando en el porqué una madre “no le pudo dar el pecho a su bebé más de tres meses”, o en el porqué el bebé de otra “se destetó solo a los séis”, descubro que cada mujer está dispuesta a llegar hasta un cierto límite, independientemente de la información de la que disponga, y sólo interiorizará esa información y realmente la usará si su deseo de lactar la traslada a un límite un poco más lejano. Y ese límite no depende sólo de nosotras (aunque en gran parte sí), sino de la sociedad en su conjunto, del sistema de salud, de las universidades que forman a las personas que nos informan. Si todo eso cambiara, entonces, si una mujer decidiera no dar el pecho a su hijo o decidiera dejar de dárselo, seguramente a mí no me daría pena (o al menos no sería la misma pena).