martes, 30 de julio de 2013

A la carrera

A la carrera escribo esta entrada. Nora ha caído en la teta hace 5 minutos, pero no durará mucho. Leo está con los abuelos como cada mañana. En media hora me voy a buscarle.

Voy sacando ratitos para... ducharme, tomar un café, echar una siesta con Nora cuando el papi se queda con Leo... y poco más. Vamos acelerados y llegamos agotados al final del día. Leo ha abandonado definitivamente la siesta desde que nos plantamos y le dijimos que no le íbamos a dormir paseándole en la silla. ¡Que tiene ya dos años y nueve meses! A veces seguimos tratándole como un bebé y en parte puede que eso le haga más difícil crecer.... o quizá no. Yo es que ya sólo sé que no sé nada. ¿Tendré una crisis de crianza?

Hasta hace tres días seguíamos bañándole en la bañerita de bebé. Ahora hemos pasado ya a ducharle. Como sigue usando pañal, tenemos la costumbre de seguir vistiéndole tumbado boca arriba. Menos mal que él mismo nos pide sentarse. Son pequeñas cosas sin importancia, pero con la lentitud de Leo puede que no sea lo mejor para él que sigamos actuando así, porque entonces igual aprende a vestirse solo con ocho años.

Está igual de gamberro y con una mamitis más acusada aún, si cabe. El otro día se metió conmigo en el baño y mientras yo meaba él se agachó para tener la mejor visión panorámica y me dijo: ¡hala mamá, qué bonito! Me parto. Dicen que cuando se ponen así, tan mimosos, es porque van a dar un salto en su desarrollo y de repente les da miedo. Ójala sea ese salto el abandono del pañal, ejem... Aunque si es eso lo disimula muy bien.

Come fatal últimamente, peor que de costumbre, que ya es decir. Cada vez trata mejor a Nora, aunque tuvimos una crisis de un par de días en los que le metió dos mordiscos muy feos. Está muy pegón, en fin. Pero se ríe cuando ella se ríe, la abraza y la besa (¡¡y la lame!!) y está empezando a hablarla.

Ella tuvo la revisión de los séis meses hace quince días. Pesa 7,760 kg. Mide 65 cm. Todo bien. Ronda el percentil 50. Hemos empezado a darle ya la alimentación complementaria y no le hace especial gracia. Parece que mis hijos pasan de la comida... y de dormir, porque las maravillosas noches del tirón que hacía se acabaron. Ahora estamos en 6, 7, 8 despertares... Sólo se duerme con la teta, hasta ahí bien. ¡Pero es que cuando se queda dormida no la suelta! Así que se la quito yo de la boca... y al minuto está ya despierta. Y así infinitas veces, hasta que en una de éstas cae rendida mientras yo le doy palmaditas en el culete. Espero que esto mejore, porque lo de que necesite quedarse con la teta en la boca para seguir durmiendo no me hace ninguna gracia. Yo estoy durmiendo fatal y encima como Leo sigue despertándose también para venirse a “la cama grande” (entonces el papi se va a la habitación de Leo), en estos despertares de Nora a veces se despierta él, y al contrario también: a veces cuando él viene pide agua... ¡y con su voz despierta a Nora! ¿Cómo hacen los padres que duermen con dos niños? ¿No se despiertan el uno al otro? Yo estoy deseando que Leo se quede en su habitación toda la noche.

Siguiendo con Nora, hace ya tiempo que se da la vuelta también desde la posición de boca abajo, de hecho rueda que da gusto, se nos ha caído alguna vez de la cama... Menos mal que tenemos los somieres sin patas. Además cuando está boca abajo hace como el intento de gatear, y se sujeta sobre sus manos y rodillas. Se ríe mucho, es muy alegre y sigue siendo bastante tranquila. Le encanta el agua, disfruta de la piscina. Habla por los codos (es un decir) y se duerme fácilemente en las siestas. El carro le va bien (alternamos con el porteo), el coche también... un lujo, vamos. Bueno, eso y que estoy en un momento optimista ahora mismo, jajaja.

Es cansado, muy cansado. Tenemos muchos frentes abiertos con Leo (pañal, sueño, comida, pegar...) y a veces creo que se nos pira la pinza un poco y le exigimos demasiado. Nos sigue haciendo perder la paciencia en tiempo record, nos exige que juguemos con él contínuamente, no podemos ni hablar entre nosotros aunque estamos juntos todo el día (creo que el tema celos influye un poco, no estoy segura) y a veces se te quitan las ganas de todo y sólo quieres huiiiiiiiir bien lejos (y bien SOLA). Pero vamos aguantando y superando obstáculos, lo pasamos bien y me encanta ver cómo van creciendo.

Nora sigue durmiendo y yo me voy a recoger a Leo.

Feliz maternidad.

martes, 23 de julio de 2013

Un septiembre muy especial

La semana pasada Carol, de Minerva y su mundo, nos hablaba de su decisión de no escolarizar a su hija en esta entrada. Este tema me toca mucho (Leo empieza el colegio en septiembre) y aunque al principio pensé en responderla allí, luego decidí que iba a hacerlo a través de mi blog. La verdad es que debate hay poco, porque estoy totalmente de acuerdo con ella.

Yo no he llevado a Leo a la guardería. Primero porque me pedí una excedencia de 10 meses y segundo porque después me echaron de mi trabajo. La verdad es que me dieron una buena indemnización y entre eso y mi prestación por desempleo, me alegré mucho de poder disfrutar de mi pequeño a tiempo completo. De hecho nunca quise llevarle y siempre he pensado que las escuelas infantiles son únicamente para los niños que no pueden estar con sus padres. Después me quedé embarazada de Nora, quise aprovechar este parón en mi vida laboral para tener un segundo hijo y poder buscar trabajo una vez ese segundo hubiera cumplido ya seis meses. Todo el mundo me preguntaba si meteria a Leo en la guardería cuando naciera Nora, y cuando les decía que no, me miraban como si estuviera loca o fuera una apestada.

Mi tiempo con Leo lo he disfrutado al máximo. Nunca he echado de menos una guardería. Ahora que en septiembre empieza el colegio miro hacia atrás y recuerdo esa época con nostalgia y cariño. Lo que he vivido con él es un privilegio y ha sido un enorme placer. Despertarnos juntos, sin madrugones obligados, sin prisas, sin imposiciones. Jugando, experimentando, paseando, teteando mucho... Haciendo las cosas a su ritmo.

Creo que en el colegio se les exige demasiado (en la guardería también). A día de hoy, con dos años y nueve meses, Leo no controla aún esfínteres y por supuesto no se limpia el culito solo. Come solo pero muchas veces pide que le des tú la comida. No sabe bajarse ni subirse el pantalón solo, ni quitarse ni ponerse la chaqueta. Las manos se las lava regular.

Todas estas cosas se les exigen en el cole, y muchas más. Quizá las primeras semanas no, pero luego sí. Mucha gente me diría que si le hubiera llevado a la guardería sabría hacerlas ya todas o casi todas. Tengo mis dudas, sobre todo en cuanto al control de esfínteres, pero aunque así fuera, sólo significaría que allí ha tenido que adaptarse a una velocidad de desarrollo que no es la suya, que no se ha respetado su libertad y que se le ha “obligado” a ser más mayor de lo que es... Esto es lo que pasa con los niños hoy en día. Y es una pena.

Mi hijo no sabe aún hacer estas cosas. Tampoco sabe lavarse los dientes, ni recoge siempre sus juguetes, ni nos obedece, porque es un niño normal y porque por ejemplo no he considerado fundamental para él que sepa tirar su abrigo al suelo y luego meter las manos por las mangas. Está empezando a relacionarse ahora con otros niños, hasta hace poco no tenía ningún interés. Y no es porque no haya estado en contacto con otros niños, cosa que sí ha hecho, acompañado por mí. Es porque hasta ahora no le interesaban y prefería estar con papá, mamá y los abuelos. Ahora veo que empieza a “socializar” (cómo odio esa palabra), a una edad normal si consultas cualquier manual de psicología infantil, por muy cutre que sea.

No dudo de que si hubiera ido a la guardería hubiera acabado relacionándose con los niños de su clase. ¡Qué remedio! Y hubiera pasado buenos ratos, claro que sí. Y también malos. A todo se acostumbra uno, y los niños más que nadie, pero eso no significa que todo sea lo mismo.

Yo sí voy a escolarizar a Leo, y es una decisión muy meditada. En el colegio que está al lado de casa (5 minutos andando). Sin dejarle a comedor, sin libros en infantil y con una persona encargada de cambiarles si se hacen pis o caca. Es lo mejor que hemos podido encontrar para él, y creo que hemos tenido mucha suerte porque además conocemos a más de un profesor allí. No me siento preparada ni con ganas de tenerle en casa. Por un lado porque ahora está su hermanita, y no me veo capaz de lidiar con los dos. Estos útimos meses están siendo durillos. Por otro lado, no me apetece ir a contracorriente en esto. Asumo las dificultades que nos vamos a encontrar, y confío en lo positivo que Leo va a sacar del cole. Por supuesto pienso que hay muchísimas cosas buenas en el hecho de que vaya, sobretodo que espero que le sirva para hacer crecer esa independencia que asoma tímidamente entre su gran necesidad de nosotros. Lo que sucede es que mi hijo es muy introvertido y le intimidan mucho los desconocidos, ¡sobretodo si hay 27 a sus alrededor! Se asusta de verdad y me temo que lo va a pasar mal al principio.

Me encantaría que todos los niños empezaran el cole más tarde, a los 4 ó 5 años. Quizá entonces le metería este curso en una escuela infantil donde le acompañarían en su proceso de abandonar el pañal, donde podría llevarle las horas que yo quisiera, donde sólo jugara libremente...

Pero la realidad es que mi pequeño va a estar de 9:30 a 16:30 atado por horarios, juegos dirigidos, prisas para que desayune y coma y obligaciones. Yo intentaré acompañarle en este proceso lo mejor que pueda, sin regañarle, sin agobiarle y dándole todo mi tiempo después del colegio.

Y que conste que soy atea, pero... ¡que dios nos pille confesados!

domingo, 14 de julio de 2013

Agitación del amamantamiento

Hace tiempo que os contaba que había tenido que reducir tomas con Leo (aquí, concretamente). Hace de esto ya más de tres meses y hemos mejorado mucho. 

Leo pasó los primeros días pidiéndome teta a todas horas pero asumió pronto que yo no le iba a dar nada más que después de la siesta, antes de ir a dormir y en los despertares. Lo que sucedió es que los despertares nocturnos empezaron a aumentar. Pedía teta, mucha teta por las noches, cuando habíamos llegado a un punto en el que a veces incluso sólo pedía agua, o nada, sólo que permaneciéramos a su lado hasta que se durmiera de nuevo. Pero entre la llegada de Nora y las restricciones tetiles... se desmadró.

El problema es que yo seguía sin poder con ello. Las dos tomas diurnas las llevaba bien, pero las nocturnas... ¡Uf! Ahí tuve que asumir que tenía una pedazo de agitación del amamantamiento que no me la creía ni yo. Lo que pensaba que desaparecería después de parir estaba empeorando, si cabe...

He pasado noches de morder la almohada para no... para no... yo qué sé, pero tenía que morderla con todas mis fuerzas. He quitado a Leo de la teta muchas veces, con su consiguiente cabreo, he contado hasta 10 y posteriormente hasta 5 porque a 10 no llegaba... Y a base de decirle que mamá no podía, que le dolía, que las tetas estaban malitas por al noche, que tenían que descansar, que sólo un traguito y ya... A base de negársela en algunos momentos (al pincipio por las mañanas, antes de levantarse, luego en tomas más centrales de la noche)... mi niño asumió que esto es lo que había... y poco a poco dejó de pedir. Él, el más adicto del mundo a su teta, el que la ha necesitado cada noche de su vida unas cuantas veces para conciliar el sueño... Qué campeón. Y menos mal, porque yo no podía seguir con eso.

Ahora hace ya semanas que no la pide. Se sigue despertando (siempre he sabido que sus despertares no eran por la teta) y me reclama a mí, pero lo asumo. Además últimamente sólo lo hace para venirse a nuestra cama. El papi se va a la suya porque todos juntos no estamos cómodos, principalmente Leo no está cómodo, esto lo tuvimos que asumir nosotros y comprobamos que así había muchos menos despertares. 

Así que tenemos un único despertar (y quizá dos o tres gruñidos en los que le susurro "ya está cariño, a dormir") y nada de teta. 

Las dos tomas diurnas rara vez se las salta. La de antes de dormir nunca, la de después de comer (porque ya nuca duerme siesta) sólo cuando no está (si se queda a comer con los abuelos) y un par de veces que se le ha olvidado pedir. 

Hemos llegado a esta situación después de mucha angustia por mi parte, me ha costado mucho asumir que le tenía que negarle la teta a Leo. Pero la agitación me estaba transformando; aún a veces, en la toma de la noche, me da un poco y tengo que decirle a Leo que voy a contar hasta 5. Sobretodo cuando mama "sin ganas" o cuando la teta está más vacía.

Además, a veces me clava los dientes de arriba en la base del pezón. No es que me pegue un mordisco, es que los apoya con mucha fuerza al mamar y me hace mucho daño, me deja marcas. No entiendo por qué lo hace, pero sé que no es a propósito porque se lo digo e intenta corregir la postura, pero no puede. Y además sólo pasa a veces.

Me encanta seguir dándole teta a Leo, a pesar de todas estas dificultades. Sé que para él es importante, positivo, es algo que nos une, es algo nuestro, forma parte de nuestra relación... Me gusta. También sé que esto quizá sea el principio del fin. Un fin que aún está lejos pero que empiezo a vislumbrar ya. Hay una pequeña espinita, no me gusta tener que ceñirme a estos horarios, a esta restricción, pero sé que darle carta blanca o siquiera un poco de manga ancha es tener muchas papeletas para volver a la situación anterior a ésta, y eso no me lo puedo permitir.

Os dejo unos enlaces sobre el tema, a mí me ayudó mucho leerlos en su momento. 



miércoles, 10 de julio de 2013

Calores

¡Que se me muere el blog! Y no, no quiero, quiero que sea un diario, un recordatorio, una foto del día a día de mis hijos y de mí misma como madre. Pero las noches me atrapan en el sofá sin ganas de pensar mucho.

A Nora le falta una semana para cumplir seis meses y no me puedo creer que hayan pasado ya. Empiezo a tener nostalgia del parto y... sí, de mi barriga de embarazada, aunque lo digo con la boca pequeña. Esta vez creí que no me pasaría, lo pasé tan mal... Pero esos movimientos de tu bebé dentro de tí lo valen todo. Y lo de parir yo creo que crea adicción.

Nora se da la vuelta ya; no dura más de dos segundos boca arriba. !Lo que le gusta a esta niña estar boca abajo! Me da que está empezando a intentar pasar de boca abajo a boca arriba, pero eso le cuesta más.

Cada día se ríe más, le encanta que le digas cositas, que te dirijas a ella, te sonríe mimosa y provocadora, y a veces cuando apareces en su campo de visión se pone loca de contenta agitando pies y manos. Y también ha aprendido a gritar.

Le encanta escuchar a su padre tocar la guitarra, es un bálsamo para ella... Y definitivamente le cuesta muchísimo menos dormirse de lo que le costaba a Leo (no sé por qué hablo en pasado... ejem). A veces se ha quedado sopa viendo cómo su padre agita un sonajero delante de ella. Yo sigo tirando mayormente de teta. 

Sigue a su hermano con mirada de enamorada... pero nada como cuando mira a su papá. Es tan bonito verla.

Estamos consiguiendo que los dos hermanitos se duerman a la vez. A Leo no le hace mucha gracia que yo me dedique a Nora en esos momentos, está empezando a reclamarme para dormir, cuando desde hace meses le dormía su padre sin problemas. Sospecho que está pasando una pequeña crisis de celos... Está muy pegón. Con esta ola de calor nos pasamos el día en remojo, sobretodo él. Por la mañana en la piscinita del patio de los abuelos, por la tarde con nosotros en la de la urbanización o en la de la cooperativa de mis padres. De una a otra y cada día se suelta más con su flotador. Ahora ya nos dice: ¡no me cojas, yo sólo, que no me hundo!

No para de hablar y está muy gracioso. También nos saca de nuestras casillas con sus terribles dos años y hemos hablado de rebajar expectativas con él, porque se nos hace cuesta arriba muchas veces. Es tan agotador decirle que no 800 veces al día... Leo es muy cabezota, no se rinde, no se conforma, se enfada mucho, pega y grita... y eso hace que se te quiten las ganas de seguir jugando con él. Pero el botón de pausa no lo hemos encontrado aún, no hay tregua.

Tenemos muchas cosas que mejorar con él. Creo que nos falta paciencia y yo al menos no soy capaz de estar totalmente relajada en muchas ocasiones, siempre esperando el momento de tensión... Y él es extremadamente sensible a eso, lo capta enseguida y te pone a prueba. ¡Bueno, te pone a prueba siempre! Le exigimos demasiado para su edad, que recoja, que no toque esto ni lo otro, que no tire nada al suelo, que no haga ruido, que duerma, que obedezca... no hagas esto, no hagas aquello, no bebas el agua de la bañera (¡qué manía le ha entrado!)... La verdad es que si para mí misma es un coñazo, supongo que para él más aún, claramente no lo procesa todo. Es complicado porque tú llevas todo el día con él y lo que para tí es la gota que colma el vaso, para él no es nada, él no suma, no acumula... Es sólo tu vaso, no el suyo.

Hablando de vasos, no podemos dejar que coja él solo el vaso de agua para beber porque muchas veces le da por verterlo enterito en el suelo. Tiene narices, desde los seis meses prácticamente bebiendo él solito en vaso... ¡y con sus dos años y siete meses le tenemos que dar el agua nosotros!

Ah, y ha empezado a preguntar por qué constantemente.... ¿Tan pronto? ¿¿Por qué?? ;-)