miércoles, 26 de febrero de 2014

Y así Leo dejó de tomar teta


Comencé a escribir la historia del destete de Leo en dos entradas anteriores, “Sobreviviendo al día a día” y “Agitación del amamantamiento”. Esta segunda fue en julio y ya no volví a tocar el tema. A mediados de septiembre Leo se destetó definitivamente.

Os conté que hacíamos sólo dos tomas, la de después de la siesta (o después de comer, porque en verano dejó la siesta) y la de antes de dormir. No las dejaba pasar nunca, excepto en un par de ocasiones la de la tarde. En agosto me fui al pueblo con los niños y mis padres y allí no me pidió ninguna vez... ¡en casi tres días! A la vuelta volvió a su rutina. Pero yo necesitaba seguir reduciendo, a estas alturas ya tenía claro que tenía que destetar del todo. Le empecé a decir que había que acabar con la teta de después de comer, porque a mamá le dolía y las tetas estaban muy cansadas. La verdad es que a los pocos días dejó de pedirla. Y al cabo de unos días más la de antes de dormir, también por indicación mía. Le dije que “tenía que ir dejándola” y que la sustituiríamos por abrazos y cuentos antes de ir a dormir. Aquí tenía claro que iba a intentar darle a Leo todo el tiempo que él necesitara, o al menos todo el tiempo que mi agitación me permitiera. Lo aceptó bien, en muy pocos días la había dejado. Yo creo que se había resignado ya. Me pedía teta y si yo le recordaba lo de los abrazos y los cuentos, me decía que sí. O me los pedía él directamente y me decía que teta no.

Esto fue a mediados-finales de septiembre. No recuerdo su última toma. Pero sí recuerdo que a mediados de octubre, un día que estaba malito, con fiebre, me la pidió y le dije que no podía ser. Empezó a llorar, pidiéndola y enfadándose cada vez más. Decía que quería la teta, que le gustaba mucho. Y yo le decía que no podía ser (tuve muchas tentaciones de decir que sí pero sabía que podía ser mi perdición, y que tendría que volver a negársela después...). Se enfadó muchísimo aunque al final aceptó que le leyera un cuento. Estábamos en el sofá, muy juntitos, yo leía mientras él se calmaba, y empecé a llorar en silencio... No sabéis cómo me dolió negarle eso. Ójala pudiera seguir dándole el pecho y esta agitación no hubiera aparecido nunca. Ójala no hubiéramos terminado así.

Durante algún tiempo la siguió pidiendo, por si colaba, supongo, y me seguía diciendo lo que decía al principio de nacer Nora: “esta teta para mí, y ésta para Nora. Ésta es mía, y ésta de Nora”. Ahora ya no dice eso, pero de vez en cuando me pide que le enseñe las tetas, que quiere verlas, y sonríe cuando las ve.

Hace unos días aprovechó que Nora estaba mamando para darme un beso en una de ellas. Fue un beso mágico, de los que nos damos cuando estamos malitos o nos duele algo, para curarnos...

Tengo muchas tentaciones últimamente de hablar con él sobre esto, de preguntarle: “¿te acuerdas de cuando tomabas teta?”. Pero me da miedo, me da mucho miedo que de repente me la pida y yo tenga que negársela otra vez. Y sé que me una parte de mí querría no hacerlo y ver qué ocurre; si se sigue acordando de mamar, si me sigue resultando incómodo... La verdad es que lo pienso y creo que sí, que sentiría de nuevo agitación.

Sé que antes o después hablaré con él de la teta, de su teta, porque no quiero que se convierta en un tema tabú. Sé que esta historia no llegará a su final hasta que esto pase. Él me ve con Nora, me dice cuándo quiere teta ella y alguna vez me ha dicho que él no toma teta porque es mayor y Nora es pequeña (y yo jamás le he dicho eso).

Recuerdo las tomas de los últimos tiempos y son un poco agridulces: yo sabía que se acababa, que tenía que ser así, y a la vez miraba a Leo, desde ese punto de vista que da la lactancia, y era tan bonito, estaba tan guapo y le sentía tan “refugiado”, tan calmado, como haciendo una pausa en su vida, como aprovechando cada segundo en mi pecho, como si él también supiera que era el final...

Sé que la lactancia ha ayudado mucho a Leo, aunque en los últimos tiempos era también fuente de conflictos y de penas, pero eso era culpa mía, de esa mierda de agitación. Quizá si hubiéramos podido seguir sin dolor ni sufrimiento yo hubiera querido también reducir tomas, quizá las hubiera reducido y ahora Leo seguiría tomando una o dos veces al día. Quizá le hubiera destetado de noche y ya. O quizá de cualquier forma hubiera llegado el destete, siempre partiendo de mí, eso lo tengo muy claro, porque Leo se agarra a su papá y a su mamá muchísimo aún.

Darle el pecho a Leo ha sido una de las cosas más especiales, hermosas, importantes y trascendentales que he hecho en la vida. Sé que le ha ayudado de múltiples maneras: cuando ha estado malo, en su faceta de “mal comedor”, para conciliar el sueño; ha sido su refugio, su vía de escape... Ha sido sinceridad pura... y dura. Pero sobretodo, ha sido un intercambio de amor.

Gracias Leo.


viernes, 21 de febrero de 2014

13 meses


 Nota: esta entrada la escribí casi entera esta mañana, pero no pude terminar. La termino y publico ahora, casi a punto de acabar el viernes y a las puertas de otra noche... quién sabe cómo (de momento van ya dos despertares).

 Anoche escribí una entrada sobre el destete de Leo, pero después de una noche infernal, con muchos despertares, un desvelo de casi un par de horas y otros cuantos despertares después (sí, hablo de la torturadora nocturna), he decidido que paso de publicarlo porque es lo último que me falta para hundirme en la miseria. Prefiero escribir sobre las monerías y avances de Nora, que de día es una niña encantadora.

Ha cumplido 13 meses, como os decía en la anterior entrada, y está ensayando para andar. Ayer en la bebeteca se soltaba de mis manos (me las retiraba ella de su cuerpecito) y se quedaba de pie unos segundos. También hace esto en el sofá y luego se tira de culo riéndose. Le encanta dar vueltas alrededor de la mesa, agarrándose a ella, y como os decía también, andar de las manitas de un adulto, aunque creo que voy a empezar a ponerme en huelga con eso. Mi espalda la reservo para por las noches, y además dicen que no es ni necesario ni especialmente bueno para ellos, ¿no?

Gatea muy rápido; si la digo que vaya a pillar a papá, o a Leo, se lanza como si quisiera batir un record. Le encanta jugar con su hermano, echar carreras y perseguirse, aunque Leo se presta poco aún. Pero se nota que ella le adora porque los niños mayores le encantan, se fija mucho en ellos y les quiere abrazar. Me encanta cómo abraza, torciendo mucho la cabecita, como tocando con ella, sonríe muy dulcemente y a veces incluso da palmaditas en la espalda.

Le gusta bailar y jugar con sus juguetes (sobretodo los de encajar y los coches). Tiene ratitos tranquilos en los que se abstrae, pero duran poco, enseguida me reclama. Está muy protestona y llora muy fuerte cuando quiere pedir algo (básicamente que la coja en brazos). Es muy cariñosa, mimosa y da besos siempre que se los pides, últimamente con ruido y todo. Normalmente me dice adiós con la manita tranquilamente cuando la dejo con los abuelos, ¡eso me encanta! Es bastante sociable, aunque selecciona y se nota cuándo alguien es desconocido para ella o no le inspira confianza, porque no quiere ni que le toque.

Casi no come, en eso estamos igual que estábamos con Leo, pero ella curiosamente sí muestra interés por la comida, o más bien por sus "instrumentos". Realiza el lanzamiento de cuchara a la perfección, cada vez con más fuerza y más lejos. Tampoco se le da mal usarla para dar golpes en la bandeja de la trona. De hecho, cuando intentas arrancársela de la mano (¡qué fuerza tiene!) es cuando decide mandarla a tomar viento, con comida o sin ella... Le gusta mucho la sopa de fideos, el brécol y el pan. La pasta con carne picada y tomate tampoco nos va mal. De fruta, plátano, mandarina y kiwi, pero no piezas enteras, a veces un mordisco o dos y ya. El pisto no le desagrada, las galletas... y poco más.

Es mucho más extrovertida que Leo, es inquieta e igual de guerrera que él. Sus carcajadas son lo mejor. Pero con estos bebés que gesto, el tercero lo va a tener que parir otra, ¡yo me quedo con dos... que ahora me parecen cuatro!

domingo, 16 de febrero de 2014

Hoy es el día

Hoy es el día en el que me decido a actualizar el blog. Porque me gusta, porque me sive de desahogo, porque no sé si se lo enseñaré a mis hijos en el futuro (de momento lo hago por y para mí), pero me gusta releerlo y me sirve de diario “maternal”.

Hay tantas cosas que contar... Leo se destetó definitivamente (bueno, le desteté), y su hermana se está vengando de su parte y me tiene frita por las noches y con la espalda molida. Ella está feliz y preciosa, pero aún no ha superado la intolerancia a la proteína de la leche de vaca. Le dimos unos sorbitos de leche hace poco... ¡y la que se ha liado! Sangre, mocos, diarrea... Muy bonito todo. El miércoles vamos al pediatra.

Leo se ha adaptado por fin al cole. Ha costado, pero creo que está conseguido. Con algunas particularidades, eso sí, que se merecen post aparte. Está yendo de 9:30 a 13 h. Luego le recojo, vamos a casita, comemos y ya, que volver para ver cómo los amigos se echan la siesta... como que no. Mejor para él, creo que eso ha ayudado bastante en la adaptación.

Nora a sus 13 meses (¡los cumple hoy!) se dedica a caminar pasito a pasito agarrada por todos los muebles que pilla. Le gusta también que la llevemos de las manitas (perfecto también para la espalda). Aún no se suelta ella sola. Adora a su hermano (no podemos decir lo mismo de Leo... ejem) y en general es una niña muy feliz y risueña. Come como el culo aunque ella se lo pasa pipa guarreando y tocando toda la comida con las manos e intentando manejar los cubiertos ella sola. Lo de que la den de comer no le va. Eso sí, teta toda y más. Duerme como el culo también y le mola despertarse a las 5, por ejemplo, y no volver a caer hasta las 7. Superdivertido. Las siestas tampoco son lo suyo. Baila como si se fuera a descoyuntar, dice agua, papá, mamá también pero menos, balbucea mucho en su propio idioma, tiene 6 dientes desde hace tiempo ya, gatea como su hermano, al modo tradicional, más o menos desde los 8 meses... Es un sol y nos da mucha luz y alegría.

Leo sigue muy gamberro pero muy feliz también; eso sí, le encanta enfadarse por todo. Sigue en fase adolescente y amenaza con castigarnos cuando le regañamos. No nos deja ni un segundo, todo tiene que ser con papá y mamá, y agota un poco este ritmo. Son dos niños muy demandantes y nos pasa factura, pero vamos capeando el temporal (bueno, los temporales). Últimamente han vuelto los terrores nocturnos y también pesadillas y sueños agitados. Al final hemos decidido acudir a un profesional, a que nos oriente un poco. Ya os contaré. Así, además, podremos comentarle ciertos aspectos de la personalidad de Leo que no llegamos a discernir si son normales o no tanto. Aún no tiene muy desarrollada la empatía, o eso me parece a mí al menos. No tiene muchos recursos para relacionarse con otros niños, no sabemos si es simple timidez, que es introvertido, que no le apetece mucho y ya está... A veces parece que se aburre de todo y que no está a gusto en ningún sitio. Tampoco es que sea un hacha en el juego simbólico... En fin, nos despista mucho. Por otro lado, le gusta correr, saltar, hacer el bruto, tirar las cosas por ahí mientras se mea de risa, jugar a la pelota... Cosas muy normales y lógicas en un niño de tres años. Pero los juguetes no le entretienen más de 10 minutos con suerte, y eso si estamos jugando con él. Y le encanta liarla, desafiarnos, gritar y enrabietarse.

No está mal para un primer post después de 5 meses y medio, ¿no? En cuanto a mí, sigo sin curro (y de momento contenta aunque cada vez queda menos prestación) y trabajando ciertas cosillas para hacer nuestra vida familiar más agradable. Dejar a los niños con los abuelos, pedir ayuda, asumir que no puedo con todo, que no siempre es todo de color de rosa, que por mucho que quiera a mis hijos es normal en mis circunstancias que quiera perderles de vista a ratos...

El 2013 ha sido cañero, pero es que el 2014 le sigue los pasos. ¡No sé si echarme a temblar!

Feliz maternidad... y encantada de estar de vuelta. ;-)