miércoles, 1 de agosto de 2012

Semana Mundial de la Lactancia Materna: lactancias elegidas

En este primer post de la Semana mundial de la lactancia materna, me ha salido un tocho. ¡Disculpas por adelantado!

Desde siempre me ha atraído la maternidad, el embarazo, los bebés, la crianza y la lactancia. Siempre he querido ser madre, y recuerdo que desde muy pequeña pensaba que tenía mucha suerte de haber nacido mujer porque eso significaba que iba a poder engendrar una vida en mi interior. Crear un ser humano dentro de mí me parecía (y me parece) increíble, maravilloso... mágico.

Después de ser madre me lo parece todavía más. El lazo que te une con tu recién nacido, lo que él sabe de ti desde el primer minuto de vida, cómo reconoce tu voz, cómo se calma en tu pecho...

La lactancia era algo que quería experimentar y disfrutar sí o sí. Y destaco la palabra “disfrutar” poque me da la impresión de que muchas madres que eligen dar el pecho no lo hacen con ese sentimiento, no lo sienten ni lo viven así. Creo que a veces esa es una de las razones de que una lactancia “fracase”, o al menos de que no se desarrolle como sería deseable.

En mi corta experiencia viendo a otras madres dar el pecho (o no), he comprobado que las que desde el principio lo tenían claro clarísimo y además hablaban de ello con ganas, han tenido las lactancias que han querido (con sus bebés más o menos demandantes, con mastitis o sin ellas, con más o menos problemillas). Permitidme que generalice de esta manera tan brutal e injusta, ya sé que muchas madres han querido con todas sus fuerzas dar el pecho y no han podido por múltiples motivos, pero yo quiero hablar de la importancia del deseo de dar el pecho como factor de éxito y del conocimiento básico sobre la lactancia para lograrlo, y creo firmemente que si estas dos cosas las tienes, gran parte del camino está hecho. Después pueden venir los factores externos a joderte, pero eso ya es más complicado de controlar.

Algo tan sencillo como interiorizar y asumir que la lactancia es a demanda, es dificilísimo de aceptar para muchas mujeres. Supongo que son años y años, décadas enteras de grabarnos en nuestro cerebro, el de nuestros padres, madres, abuelos, médicos, pediatras... que los bebés deben aguantar 3 horas entre tomas (o al menos dos!), que hay mujeres que tienen más leche y otras menos, que la leche a veces “se va”... Es un poco desmoralizante comprobar cómo todas estas ideas están grabada a fuego en mujeres de mi generación (treinta y pocos).

Supongo que las expectativas nos pueden jugar también una mala pasada. Hoy lo queremos todo, está mal visto renunciar a cualquier cosa, la calidad de vida y la cultura de la gente se mide por la cantidad de restaurantes que conoces, el nº de aviones que coges al año, las juergas que te pegas... la ansiada y cotizada “libertad”, que nadie quiere perder por tener un bebé a la teta todo el día. Si esperas que un hijo no te cambie la vida... allá tú. Te pueden pasar dos cosas; que te pegues el chasco padre, o que hagas todo lo posible para que no sea así, desocupándote de tu bebé lo suficiente como para que tu lactancia fracase (o decidiendo directamente no dar el pecho). Será la elección de cada una.

Pero yo he visto a mujeres que sí querían dar el pecho y que se han visto desbordadas porque sus bebés “les pedían cada rato” y no les aguantaban “ni dos horas” y “eso no es normal” y “creo que es porque no tengo leche”. Y es una pena que todos estos prejuicios sean tan difíciles de eliminar, quizá porque como dice una amiga, esto te tiene que salir de dentro, es algo totalmente visceral, y si no lo sientes, darán igual los consejos más expertos de la asesora más experta... esa mujer seguirá creyendo que su hijo pasa hambre y que no es normal que pida cada 45 minutos.

Yo he visto esto de cerca y me da pena, porque realmente esos conocimientos que a mí tanto me sirvieron durante mi embarazo y en mi lactancia, a otras mujeres no les sirven de nada. Y son mujeres como yo, en teoría con las mismas ganas de dar el pecho que yo. Digo en teoría porque estas mujeres (al menos las que yo he conocido) querían dar el pecho pero no estar “con la teta fuera todo el día”. Querían dar el pecho pero no “que el niño diga ¡ah! y enchufarle la teta”. Querían dar el pecho pero ir quitándoselo al empezar a trabajar, porque así es un rollo. Estas mujeres asumían que hay una etapa del desarrollo del bebé, que va después del pecho, y que es la etapa del bibe (y digo después del pecho, no a la vez que).

Puede que el problema sea que esas mujeres tienen una idea errónea sobre lo que es dar el pecho. Quizá lo tienen idealizado, quizá desean hacerlo pero sólo porque es lo que se supone que deben desear. Y luego se encuentran con un bebé que llora cada media hora, que pasa una crisis de lactancia detrás de otra, que se pelea con la teta... y eso automáticamente se traduce en: no tengo suficiente leche.

No sé, es que yo nunca pensé eso, nunca. Es cierto que las crisis de crecimiento de mi hijo no fueron muy brutales, pero da igual, esta misma amiga de la que os hablaba antes se pasaba tardes enteras con su bebé al pecho, de uno a otro, de uno a otro... y nunca dudó de su capacidad de amamantar a su hijo. Simplemente era lo que él necesitaba hacer de vez en cuando. Pero supongo que mi amiga tenía claro clarísimo lo de dar el pecho... y lo de no querer dar leche artificial.

Quizá ésa sea otra diferencia. Saber o no que la leche artificial no es lo mismo que la materna.

La verdad es que me siento impotente cuando veo a estas madres que parece que desean dar el pecho pero a la vez no están dispuestas o no son capaces de introducirse en “el mundo de la teta”, con sus ritmos, con sus normas. Y para que esto cambie muchas cosas deben cambiar, empezando por la formación de los profesionales de la salud.

Por eso muchas veces las lactancias son las que elegimos (otras veces no), e indagando en el porqué una madre “no le pudo dar el pecho a su bebé más de tres meses”, o en el porqué el bebé de otra “se destetó solo a los séis”, descubro que cada mujer está dispuesta a llegar hasta un cierto límite, independientemente de la información de la que disponga, y sólo interiorizará esa información y realmente la usará si su deseo de lactar la traslada a un límite un poco más lejano. Y ese límite no depende sólo de nosotras (aunque en gran parte sí), sino de la sociedad en su conjunto, del sistema de salud, de las universidades que forman a las personas que nos informan. Si todo eso cambiara, entonces, si una mujer decidiera no dar el pecho a su hijo o decidiera dejar de dárselo, seguramente a mí no me daría pena (o al menos no sería la misma pena).

4 comentarios:

  1. Hola preciosa!
    Me ha encantado tu entrada, tienes toda la razón, en última instancia somos nosotras las que elegimos (aunque a veces nos empujen hacia decisiones equivocadas) y la responsabilidad es nuestra.
    Un besazo y feliz lactancia!

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    1. Nosotras elegimos, pero llevando el equipaje de décadas y décadas de mala información, presiones, tabúes, mitos y mentiras en torno a la lactancia. Y eso no es elegir libremente. Eso es una putada para muchas mujeres, con perdón de la palabra.

      Por eso no juzgo a las mujeres que se ven desbordadas, que quieren dar el pecho y lo abandonan por dificultades en apariencia con fácil solución. Pero me parece tan injusto, para ellas mismas y para sus bebés... Y yo he vivido hace bien poco cómo le pasaba esto a una, y cómo a pesar de la información y el apoyo que le brindé, no fue suficiente. Ellas tienen que vencer solas a muchos fantasmas. De todas formas, por ejemplo esta mujer de la que te hablo no parece nada triste por haber dejado la lactancia, todo lo contrario, y nunca le hizo especial ilusión dar el pecho, de ahí lo de "lactancias elegidas". Es complicado...

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  2. Bichilla, me encanta como escribís.
    Yo siento que hay muchas mamás con pensamientos hipotéticos, con deseos hipotéticos, con acciones hipotéticas, que piensan que no se cumplen porque "la cosa es así", en cierta manera desmereciendo a la que hace mucho esfuerzo por mantener sus pensamientos, sus deseos, sus acciones...

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  3. hola bichilla, yo me siento feliz y orgullosa en esta semana de la lactancia materna. Yo creo que es egoísmo, desconocimiento, desinformación, desinterés... tantos casos distintos como mujeres. A mí no me entiende nadie, con que mi marido me entienda ya me llega. Sé que es difícil trabajando pero todo es difícil y en gran parte todo depende de nuestra voluntad para hacer las cosas. Una vez que tenemos información, la decisión es nuestra. Y respecto al trabajo, se puede ir capeando el temporal, todo es querer y disfrutar claro. Si una madre no está a gusto pues no, no puede estar 21 meses que cumple hoy mi bichiña con la teta fuera (que por cierto, es como estoy yo a diario, está tan demandante!!!!!).
    besos a todas mis mamis teteadoras

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