miércoles, 18 de junio de 2014

Mis bebés de alta demanda

Estaba leyendo la última entrada de Un papá en prácticas. Tema estrella en mi maternidad: la alta demanda (en el post anterior hablo también de esto). Hoy mismo me he levantado para ir al baño y mi hijo de tres años y medio se ha pillado un berrinche increíble porque no le he dejado entrar, a la vez que mi hija de dieciséis meses comenzaba a llorar también porque me había ido. Él tirado en la puerta del baño llorando a pleno pulmón; ella haciendo lo mismo en brazos de su padre, al que le agradezco enormemente que no se haya ido a cortar las venas.

En su momento descubrí y leí la web de bebés de alta demanda, pero había cosas que no me cuadraban. Supongo que dentro de la alta demanda hay muchos matices, y por supuesto otros muchos factores influyen, desde la propia personalidad o carácter del bebé hasta los diferentes ritmos de desarrollo.

En mi caso, lo que no veía en mi hijo era lo de la hiperactividad y lo de la intensidad en algunos aspectos.

Mi hijo no era especialmente activo, nunca ha sido el típico bebé explorador. Casi no se atrevía a gatear lejos de mí, estuvo pidiéndonos la manita para andar (después de haber aprendido) durante mucho tiempo, incluso ahora lo hace. Nunca se me ha ido a la carretera corriendo. Anduvo a los 15 meses, es decir que no fue muy precoz. Tampoco ha sido un bebé escalador. Si yo estaba a su lado él estaba bien. Si yo me separaba de él no.

Intenso... Intenso era para llorar, para expresar su desacuerdo con algo, para pedir su teta. Intenso fue después con sus rabietas, con sus terrores nocturnos, con sus berrinches, con su enfado con el mundo... Con el comienzo de su adolescencia de los dos años. Pero no sonreía ni se reía con inensidad, era un bebé serio. No era intenso en sus juegos... era un bebé tranquilo, más o menos... Siempre que estuviera pegado a mí, ya digo. Miraba muy intensamente, eso sí. El vecino le hacía el típico “gugu tata” sonriendo y Leo le miraba cual esfinge, con cara de poker, sin apartar la vista, jajajaja. Esto sí ha ido evolucionando y ahora es un niño muy alegre, que ríe como loco y que sí, puedo decir que es intenso también en su alegría. Intenso, desbocado, a veces incoherente, qué se yo... Está muy loco, jajaja.

El resto de las cosas sí las clavaba: hipersensible, muy demandante, absorbente, con muchos despertares, no se calmaba solo, por supuesto (¿¿qué bebé hace esto??); mucha angustia de la separación, sensación de que estaba insatisfecho, más adelante de que no era feliz...

No sé si mi hijo era un bebé de alta demanda. Pero era un bebé así, que no te dejaba ni un minuto, que lloraba desconsolado si le dejabas en brazos de alguien, que no aceptaba dormirse nada más que conmigo, que necesitaba contacto físico constante, un bebé al que le encantaba el fular y los brazos, claro. Y no especialmente mirar hacia delante. Esto lo he comprabado con su hermana, que cuando llegó a la edad de 4 ó 5 meses parecía la niña del exorcista girándose en el fular. Leo, si le ponía en la espalda, iba bien. Pero si le ponía delante también, e incluso se acurrucaba... :-)

A Leo no le ha cogido ninguna amiga en brazos. Nunca. A veces lloraba sólo si le miraba alguien o se dirigían a él. Su necesidad de mamá era brutal. Aún hoy es brutal si lo comparas con otros niños. Por supuesto eso de que empiezan a preferir al papá y quieren hacerlo todo con él no ha llegado a nuestro hogar... Sigue siendo hipersensible, muy demandante, se frustra muy fácilmente...

Guiándome un poco por lo que apunta un papá en prácticas, tengo que decir que al principio va a peor, pero luego ya no. De bebé de alta demanda pasas a niño de alta demanda, sí. Pero inevitablemente se van haciendo más autónomos. Eso sí, poco a poco. Muy poco a poco. En nuestro caso la época de las rabietas ha sido muuuuy dura (no sé por qué hablo en pasado, ejem...).

Lo de estar muy en forma... Yo diría que necesitas aguantar. Aguantar y aguantar más. Desde luego yo no estoy en forma, ¡ójala! Al final da lo mismo, te agotarás igual y te dejará k.o...

Te lleva al límite, claro. Cada día y cada noche. En nuestro caso, pasamos muchas horas con él, yo no trabajo desde que nació. Y efectivamente no hay paz para las madres, y para las de dos “lapas” en vez de una ya ni te cuento.

El punto 5 es crucial y por aquí andamos en ello. Nunca hemos discutido tanto pero lo que no te mata te hace más fuerte, ¿no? ;-) De todas formas en nuestro caso ha influído y mucho el hecho de que el punto 7 nos lo saltamos muy pronto... Leo no ha sido un niño-cuco. ¿Por qué? Porque el muy perro esperó a que yo estuviera ya embarazaba para inaugurar la temporada de las rabietas (un año y medio apasionante) y porque yo estoy loca también, sí.

Lo de la casa ordenada, bueno, como ya he dicho Leo no es especialmente “terremoto” excepto para correr, saltar y lanzarse en plan pressing catch sobre ti. Y eso no desordena, en todo caso magulla... Además mi chico es un as en eso de limpiar y ordenar y organizar...

Por supuesto Leo es maravilloso y especial. Pero sí, es duro. A veces piensas que eres tú, que al criarle así le has hecho así. Pero no. Es una necesidad tan pura y genuína la que demandan que para mí no hay lugar a dudas. Lo que yo he hecho (o intento hacer) es respetar y responder a esa necesidad.

Mi hija es diferente en algunas cosas, pero en otras igualita que su hermano. La mamitis hiperdesarrollada también la padece (o mejor dicho la padezco yo, jajaja). Ella es más sociable y eso facilita un poco las cosas. Pero los despertares múltiples están ahí también, la demanda casi constante de mamá... Es más alegre y a veces va a su bola. Es genial ver eso en un bebé tuyo. Cómo juega a tu lado sin mirarte, entretenida ella solita; cómo de repente se levanta y ¡se va a otra habitación! Aunque sean unos pocos minutos y sólo a veces, eso era impensable con Leo hasta hace muy poco. Ella al menos se recorre la casa a veces, va para un lado y para otro... ¡yo creo que Leo ni eso hacía si no iba yo a su lado!

Y sí, no son como todos los bebés.

Ánimo, es apasionante... ¡Y no tengáis prisa por el segundo, jajaja!

2 comentarios:

  1. ¡Gracias por dedicarnos este post! :-)) Uno se siente mejor si está acompañando. Sobre todo cuando los días se ponen muy cuesta arriba. ¡Ánimo familia, que vosotros ya lo tenéis chupado! :-P

    ResponderEliminar
  2. Yo creo que tener un hijo de alta demanda debe ser muy cansado y agotador, pero también debe de ser todo un reto. Mi hijo es muy activo y muy intenso también en algunas cosas, pero creo que no llega a ser tan demandante. Y yo ya ando cansadísima por la vida, no quiero imagnar si lo fuera! Gracias por contar tu experiencia.
    Un beso!

    ResponderEliminar