Ya he contado alguna vez
que Leo se soltó a hablar relativamente tarde. Papá y mamá
lo dijo hacia los 20 meses. La siguiente palabra fue agua, ya
con 22. Habíamos ido a su pediatra porque estábamos un pelín
preocupados, aunque ella nos tranquilizó y nos dijo cómo podíamos
motivarle a hablar. Básicamente haciéndonos los sordos cuando nos
pedía algo con el dedito, como efectivamente el vaso de agua en la
comida, y además repitiendo mucho la palabra en cuestión que
queríamos que dijera. ¿Qué? ¿Qué quieres? No sé hijo, no me
entero, dí, ¿qué es?¿Qué quieres, Leo? ¿El agua? Ah, vale, el
agua. Pues toma el agua. La verdad es que nos funcionó con el
agua pero con poco más. Dio igual porque a los dos años llegó con
el sí, el no, algunas onomatopeyas, dos o tres frases de dos
palabras... Y ahí ya se lanzó.
Hoy en día nos dicen que
habla muy bien para su edad y que tiene frases de mayor. Ayer estaba
un amiguito en casa y Leo vino (en plan chivato, por cierto) a
decirle a su madre: “Pepita, tu hijo (dijo su nombre, claro) ha
hecho una cosa... que no debe hacer”.
Hoy quería beber
coca-cola y le he dicho que no, que los niños no beben coca-cola. Y
me dice: “¿cuando sea un adulto entonces ya podré beber
coca-cola?” Me hace gracia que tenga tan asimilado ese binomio
niño-adulto.
Con los tiempos verbales
sí se hace lío, los mezcla y medio se los inventa a veces. Y
todavía los dice prácticamente siempre en regular (he ponido
y esas cosas...).
Pero se explica muy bien, entona,
hace pausas para buscar las palabras o frases más adecuadas para
hacerse entender, si se atasca es capaz de decir lo mismo de otra
manera que le resulte más sencilla, y se interrumpe a mitad de
palabra y cambia la frase... Mola ver cómo se va manejando cada vez
mejor con el lenguaje.
Recuerdo cuando apenas
decía 10 o 15 palabras, cuando había más onomatopeyas y gestos que
otra cosa... Y era curioso comprobar cómo encontraba recursos
para hacerse entender. El otro día Nora hizo un gesto que había
visto yo en Leo muchísimas veces para decir “grande”. Subió el
brazo arriba, toda ella estirada, y dijo “AAAAAAH”. Ella tiene 21
meses y dice muchas más palabras de las que decía Leo a su edad; en
cambio hace muchísimos menos gestos y onomatopeyas. No le hacen
tanta falta, supongo.
Hacia los dos años y
medio creo que fue cuando se soltó de verdad. Ya está muy lejos la
época en la que decía xubar por jugar, tole por cole,
toto por moto... Aún se le escapa algún “ven a jugar a mi
batación”, y sigue diciendo “se me caen las grimas”
(las esdrújulas son difíciles, jajaja). También dice “en uno en
uno”, ha estado mucho tiempo diciendo caracola en vez de
cocacola... Soy muy desastre y estas cosas se me olvidan si no las
apunto, es una pena porque a veces son tan graciosas...
Ahora estamos ya en la
época de las convesaciones, a veces realmente surrealistas. Hace dos
o tres meses estaba con él sentada en el suelo y al levantarnos
dije: -ay, se me ha dormido un pie. Se me quedó mirando con una cara
muy rara, supongo que flipó, y acto seguido torció el pie todo lo
que pudo (lo “tumbó”) y dijo: - a mí también, mira está
tumbado. Con estas cosas yo me descojono y él se rie poniendo un
poco cara de: anda, qué gracioso soy y no sé por qué.
En el coche siempre se
queda un poco atontado. No se duerme pero siempre que paramos dice
que está cansado. El otro día yo le decía: -ya, hijo, el coche
cansa mucho ¿eh? -Sí mamá, ¡necesitamos un coche que no canse!
Jugando con Nora saca su
lado más... iba a decir pícaro, pero sería más correcto decir
“cabroncete”. Estaban jugando con un fonendoscopio, un termómetro
y una jeringuilla. Leo quería el termómetro y lo tenía en ese
momento Nora. “Yo quiero ser el médico”, decía Leo. Y la
suelta: -Nora, ¿sabes para qué sirven los termómetros? Para que se
los des a los médicos.
Y esta conversación la
tuvimos después de leerle el cuento en su cama y antes de que yo me
fuera a dormir a Nora y él se quedara con su padre, como cada noche:
-Mamá, yo quiero dormir
contigo 230 años.
-Leo, ya sabes que no
puede ser. Cuando Nora sea más mayor nos podremos cambiar.
-Pero es que Nora ya ha
dormido contigo muchas veces.
-Sí, pero tú también
has dormido mucho tiempo conmigo. Cuando Nora sea mayor ya veremos
cómo lo hacemos ¿vale? Podremos dormir como queramos. ¿Sabes? A lo
mejor Nora puede dormir contigo.
-¿¿Conmigo??
-Sí, muchas veces los
hermanos duermen juntos.
-¡Yo quiero que Nora
duerma conmigo ahora!
-No cariño, ahora no
puede ser, te despertaría mucho. Cuando Nora aprenda a dormir como
tú y no se despierte podréis dormir juntos.
-Cuando Nora tenga 3
años, y entonces yo seré más mayor.
-Sí, tú siempre vas a
ser mayor que Nora.
-Sí. ¿Y papá dónde va
a dormir?
-Papá conmigo en la cama
grande.
-¿¿¿Todos juntos en la
cama grande???
-Noo tú aquí con Nora,
en tu habitación. Cada uno en su camita, pero estarán juntas.
-¿Aquí? Cuando Nora
tenga 3 años y duerma aquí conmigo la voy a decir que en esta
habitación hay monstruos.
-Pero... a ver si le va a
dar miedo.
-No... ¡porque yo la
abrazo muy fuerte!
(En la foto, una diferencia de justo dos años, y con regalos de cumple recién recibidos).
Jajajaja mi ahijado tiene casi cuatro años y le tiene miedo al "pasaso" xDDD
ResponderEliminar26+2
Ains que me como a Leo¡ A mi me dice que quiere dormir conmigo 232 años y me derrito allí mismo¡¡¡ Y el juego del médico... anda que no sabe nada el tío¡¡¡ Jaajajaja
ResponderEliminarEstá guapísimo con su carrito¡ A Álvaro también le encantan los carritos y los bebés ;)
Besitos guapa
Jajajajajja me parto con lo del pie tumbado y lo del coche que cansa jajajajaj...y qué guapos son!!!!!
ResponderEliminarMe ha encantado esta entrada.
Besossssssss