lunes, 10 de noviembre de 2014

Cosas que dicen

Ya he contado alguna vez que Leo se soltó a hablar relativamente tarde. Papá y mamá  lo dijo hacia los 20 meses. La siguiente palabra fue agua, ya con 22. Habíamos ido a su pediatra porque estábamos un pelín preocupados, aunque ella nos tranquilizó y nos dijo cómo podíamos motivarle a hablar. Básicamente haciéndonos los sordos cuando nos pedía algo con el dedito, como efectivamente el vaso de agua en la comida, y además repitiendo mucho la palabra en cuestión que queríamos que dijera. ¿Qué? ¿Qué quieres? No sé hijo, no me entero, dí, ¿qué es?¿Qué quieres, Leo? ¿El agua? Ah, vale, el agua. Pues toma el agua. La verdad es que nos funcionó con el agua pero con poco más. Dio igual porque a los dos años llegó con el sí, el no, algunas onomatopeyas, dos o tres frases de dos palabras... Y ahí ya se lanzó.

Hoy en día nos dicen que habla muy bien para su edad y que tiene frases de mayor. Ayer estaba un amiguito en casa y Leo vino (en plan chivato, por cierto) a decirle a su madre: “Pepita, tu hijo (dijo su nombre, claro) ha hecho una cosa... que no debe hacer”.

Hoy quería beber coca-cola y le he dicho que no, que los niños no beben coca-cola. Y me dice: “¿cuando sea un adulto entonces ya podré beber coca-cola?” Me hace gracia que tenga tan asimilado ese binomio niño-adulto.

Con los tiempos verbales sí se hace lío, los mezcla y medio se los inventa a veces. Y todavía los dice prácticamente siempre en regular (he  ponido y esas cosas...).

Pero se explica muy bien, entona, hace pausas para buscar las palabras o frases más adecuadas para hacerse entender, si se atasca es capaz de decir lo mismo de otra manera que le resulte más sencilla, y se interrumpe a mitad de palabra y cambia la frase... Mola ver cómo se va manejando cada vez mejor con el lenguaje.

Recuerdo cuando apenas decía 10 o 15 palabras, cuando había más onomatopeyas y gestos que otra cosa... Y era curioso comprobar cómo encontraba recursos para hacerse entender. El otro día Nora hizo un gesto que había visto yo en Leo muchísimas veces para decir “grande”. Subió el brazo arriba, toda ella estirada, y dijo “AAAAAAH”. Ella tiene 21 meses y dice muchas más palabras de las que decía Leo a su edad; en cambio hace muchísimos menos gestos y onomatopeyas. No le hacen tanta falta, supongo.

Hacia los dos años y medio creo que fue cuando se soltó de verdad. Ya está muy lejos la época en la que decía xubar  por jugar, tole  por cole, toto por moto... Aún se le escapa algún “ven a jugar a mi batación”, y sigue diciendo “se me caen las grimas” (las esdrújulas son difíciles, jajaja). También dice “en uno en uno”, ha estado mucho tiempo diciendo caracola en vez de cocacola... Soy muy desastre y estas cosas se me olvidan si no las apunto, es una pena porque a veces son tan graciosas...

Ahora estamos ya en la época de las convesaciones, a veces realmente surrealistas. Hace dos o tres meses estaba con él sentada en el suelo y al levantarnos dije: -ay, se me ha dormido un pie. Se me quedó mirando con una cara muy rara, supongo que flipó, y acto seguido torció el pie todo lo que pudo (lo “tumbó”) y dijo: - a mí también, mira está tumbado. Con estas cosas yo me descojono y él se rie poniendo un poco cara de: anda, qué gracioso soy y no sé por qué.

En el coche siempre se queda un poco atontado. No se duerme pero siempre que paramos dice que está cansado. El otro día yo le decía: -ya, hijo, el coche cansa mucho ¿eh? -Sí mamá, ¡necesitamos un coche que no canse!

Jugando con Nora saca su lado más... iba a decir pícaro, pero sería más correcto decir “cabroncete”. Estaban jugando con un fonendoscopio, un termómetro y una jeringuilla. Leo quería el termómetro y lo tenía en ese momento Nora. “Yo quiero ser el médico”, decía Leo. Y la suelta: -Nora, ¿sabes para qué sirven los termómetros? Para que se los des a los médicos.

Y esta conversación la tuvimos después de leerle el cuento en su cama y antes de que yo me fuera a dormir a Nora y él se quedara con su padre, como cada noche:

-Mamá, yo quiero dormir contigo 230 años.
-Leo, ya sabes que no puede ser. Cuando Nora sea más mayor nos podremos cambiar.
-Pero es que Nora ya ha dormido contigo muchas veces.
-Sí, pero tú también has dormido mucho tiempo conmigo. Cuando Nora sea mayor ya veremos cómo lo hacemos ¿vale? Podremos dormir como queramos. ¿Sabes? A lo mejor Nora puede dormir contigo.
-¿¿Conmigo??
-Sí, muchas veces los hermanos duermen juntos.
-¡Yo quiero que Nora duerma conmigo ahora!
-No cariño, ahora no puede ser, te despertaría mucho. Cuando Nora aprenda a dormir como tú y no se despierte podréis dormir juntos.
-Cuando Nora tenga 3 años, y entonces yo seré más mayor.
-Sí, tú siempre vas a ser mayor que Nora.
-Sí. ¿Y papá dónde va a dormir?
-Papá conmigo en la cama grande.
-¿¿¿Todos juntos en la cama grande???
-Noo tú aquí con Nora, en tu habitación. Cada uno en su camita, pero estarán juntas.
-¿Aquí? Cuando Nora tenga 3 años y duerma aquí conmigo la voy a decir que en esta habitación hay monstruos.
-Pero... a ver si le va a dar miedo.
-No... ¡porque yo la abrazo muy fuerte!


(En la foto, una diferencia de justo dos años, y con regalos de cumple recién recibidos).


3 comentarios:

  1. Jajajaja mi ahijado tiene casi cuatro años y le tiene miedo al "pasaso" xDDD

    26+2

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  2. Ains que me como a Leo¡ A mi me dice que quiere dormir conmigo 232 años y me derrito allí mismo¡¡¡ Y el juego del médico... anda que no sabe nada el tío¡¡¡ Jaajajaja
    Está guapísimo con su carrito¡ A Álvaro también le encantan los carritos y los bebés ;)
    Besitos guapa

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  3. Jajajajajja me parto con lo del pie tumbado y lo del coche que cansa jajajajaj...y qué guapos son!!!!!
    Me ha encantado esta entrada.

    Besossssssss

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