lunes, 14 de abril de 2014

Día 3



¡Qué bien hemos dormido! La vida es de otro color así. Leo del tirón en su camita, 11 horas largas. Nora se ha despertado muy poco, no sabría decir cuántas veces, eso es buena señal. De hecho no recuerdo ninguna vez desde que me dormí, aunque O. dice que la ha oído.

Los cuatro en la cama recién despiertos a las 9. Contentos y jugando, abrazados, hasta que Leo empieza a hacer el burro tirándose una y otra vez encima de su padre. Al final le cae bronca. ¿Esto no lo escribí ayer? Ah sí, que pasa toooodos los días, es verdad.

Nada, no tiene importancia. Somos expertos en diluir los ataques de mala leche repentinos. El día avanza, yo juego con Leo, papá juega con Leo. Nora juega también con todos, bueno con papá sobretodo pide brazos (a falta de teta...). Risas, bronca, risas, más risas, juegos, bronca... Nos vamos al parque un rato. ¡Qué calor! Leo practica sus saltos, ahora quiere saltar desde todos los sitios. Considera que es algo muy “de mayores”. Nora se entretiene mirando a los niños y en el tobogán.

Volvemos a casa y hay sopa de cocido con zanahoria. Montones de zanahoria que Leo come y come. Nora mientras tanto está durmiendo la siesta, hoy ella comerá después. A las 16:30 vienen los abuelos y se llevan a los niños. Nosotros aprovechamos para organizar las comidas de nuestras vacaciones, la lista de lo que hay que llevarse y la lista de lo que compraremos allí. Me ducho, hacemos la maleta intentando dejar lo menos posible para mañana, cargamos unas pelis en el portátil (hay wifi en la casa pero nunca se sabe), guardo unos juguetes también... Y ya. Queda un rato para que vuelvan los niños y entremos en la lucha por ducharse, en la dinámica de cenas y e irse a la cama, y cada uno se relaja como más le apetece. Yo, entre otras cosas, empiezo a escribir esta entrada.

Y a final resulta que no hay tanta lucha, porque Leo está emocionado con el viaje, ve las maletas al llegar a casa y se ducha tranquilamente porque le decirmos que cuando acabe puede pasearlas por la casa. Se come el brécol porque le decimos que mañana en la casa rural vamos a hacer pasta. ¡Está contentísimo y con muchas ganar de irse!

Después de cenar se sienta en el sofá a terminar de ver Bob Esponja mientras Nora hace prácticas de andar sola, sin manitas ni su silla (que usa como andador); está feliz y orgullosa mientras va de papá a mamá y vuelta una y otra vez. Le falta poco, muy poco para soltarse definitivamente. Sabe ponerse de pie desde el suelo sin apoyos y empieza a saber frenarse.

Mañana del tirón, nos levantamos, desayunamos, nos preparamos, terminamos de guardar las últimas cosillas... ¡y hacia nuestra casita rural! Hay que parar a echar gasolina, a comprar un par de cosillas, a sacar dinero... ¡Y además soy una novata al volante! ¿¿Lograremos llegar antes de la hora de comer??

Los días 4 y 5 los dejo en stand by. El día 6 (o 7, no me comprometo) nos vemos.

Buenas noches... ¡y a pasarlo bien!

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