sábado, 12 de abril de 2014

Día 1



Comenzamos el viernes a las 8 de la mañana. Bueno, comienza el papi que es el que se levanta con Leo. Mamá y Nora duermen hasta las 10:30, ¡yuju! Por lo visto papi se ha tenido que morder la lengua en varias ocasiones pero ha aguantado como un campeón. Yo me levanto y sí, constatado: Leo está puñetero. A las 12:30 hemos quedado en el centro comercial con varias mamás del cole para comer. Papá se libera y yo me voy para allá.

Las mamás del cole, o en general “las otras mamás” se merecen post aparte; sólo diré que desde las 12:30 hasta las casi 16:30 que estoy allí, me tensan más ellas que mis dos hijos. ¿Cómo puede ser que ellas regañen a sus hijos por todas las cosas por las que yo no regañaría al mío, y viceversa? Nos sentamos a comer en una mesa larguísima (somos 6 adultas, 6 niños y 4 bebés) y soy la única que se sienta al lado de su hijo. Las demás les mandan al otro extremo de la mesa. Conclusión: estoy rodeada de niños, no me llega la comida y no me entero de las conversaciones. Bueno, no importa. Prefiero poder ayudar a mi hijo a bajarse de la silla si lo necesita, o poder hablar con él si me pregunta algo sin tener que dar gritos. Y lo más impontante: sé que él prefiere que yo esté cerca y se va a sentir más seguro así.

Me doy cuenta una vez más de que mi hijo es diferente en muchos aspectos (¿o a lo mejor es nuestra forma de relacionarnos entre nosotros la distinta?), que me reclama más, que es “más niño”, menos espabilado o como quiera decirlo la gente. Más inocente, más tímido, también más dependiente de mí... Y no me importa en absoluto, le veo divertirse, le veo contento. A veces tengo que animarle a jugar con los demás, le doy las pautas iniciales, pero enseguida coge el tranquillo. Bien.

Juegan, suben en las atracciones, se pelean, comen un helado, nos vamos fuera, corren y saltan... Mientras, yo oigo a qué meses aplicaron el método Estivill las otras madres a sus hijas. Bueno, qué se le va a hacer. Es lo que hay y son las mamás de los compañeros de clase de Leo, no voy a meterme en batallas perdidas de antemano. Son majas, unas más que otras, son las mamás del cole, tampoco es necesario que sean mis almas gemelas. Y sé que a mi hijo le viene bien juntarse con otros niños, aprender cada vez mejor a jugar y a relacionarse, y sé que le podemos ayudar estando con él y con sus amiguitos. Me compensa.

La cuestión es que para mí hay cosas que son propias de los niños, de ser niños, y ni merece la pena ni es justo para ellos empeñarnos en que no las hagan o en que se comporten de forma diferente. No digo que no puedas quejarte, no digo que tengan que gustarte. Ni siquiera pienso que no haya que regañarles a veces. Puedes intentar que no las hagan en un determinado momento, puedes intentar que empaticen contigo y por un extraño milagro acepten tus condiciones, puedes ir soltanto tu chapa de adulta, poco a poco se les irán quedando todas las convenciones y normas sociales y también lo que está “bien” y lo que está “menos bien”, pero yo asumo que esas “cosas de niños” son normales y ni hay que poner el grito en el cielo ni hay que luchar a muerte contra ellas. No pedir perdón, pegarle un manotazo a un amiguito o quitarle un juguete en medio de un juego, no aguantar en la silla sentado más de 10 minutos seguidos, pillarse un berrinche... Quizá hay que ir intentando que se controlen poco a poco pero desde luego ni imponerlo ni actuar como si tu hijo le hubiera dado una patada en la boca a otro.

A la vez, hay una extraña obsesión por que “se apañen solos” y por menospreciar lo que sienten; cuando uno llora pidiendo su juguete y el otro no se lo da no hay que intervenir, “que espabile”. Cuando se queja de que sus amiguitos no le dejan jugar es un chivato... Aparte de que parece que todo se basa en las apariencias, porque en más de una ocasión he visto a un niño hacerle de rabiar a otro una y otra vez, y la madre tan tranquila en el banco del parque. Eso sí, si le pega ya sí, ya entonces le cae un broncón (que no digo que pegar no tenga importancia, pero hay algunas otras cosas que también).

No sé, sé lo dificil que es ser coherente pero a veces pienso que vivo en el mundo al revés.

Bueno, que me despisto. Nora se porta muy bien, se divierte, Leo se porta muy bien y se divierte también. A las 16:30 les llevo con los abuelos a pasar la tarde y Nora por fin cae rendida en el coche. Ahora me toca descansar y tomarme un pedazo de café en casita. Relax, quedarme casi traspuesta en el sofá mientras trasteo en internet (mientras no hago nada, en resumen. Qué placer) y luego salir a tomar algo con mi chico. A las 20:30 llegan los niños, Leo es un terremoto y tiene que liarla un poco para liberar adrenalina, pero se solventa sin problemas. Hoy no hay ducha así que un conflicto menos. A las 21:30 está sopa. Nora un poco más tarde, a las 22:15.

El balance es positivo, primer día superado sin (casi) gritos y sin chungueríos. 

¡Buenas noches!

2 comentarios:

  1. Dia uno de que? No me he enterado yo... Jiji. Lo siento.
    Pero parece un dia bastante tranquilito y agradable. Un besazooo

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