miércoles, 5 de diciembre de 2012

¡33 semanas!

He tenido que contarlas varias veces hasta que se me ha quedado grabado en la cabeza. ¡Ya de 33 semanas! Qué rápido está pasando... Por un lado me alegro, porque está siendo duro, pero por otro... Sé que casi seguro será mi último embarazo, y no lo estoy disfrutando como debería.

Nora se mueve como si estuviera en una cama elástica, o como si luchara con unos ninjas ahí dentro. Desde hace ya mucho tiempo noto sus movimientos muy fuertes, me tiembla toda la barriga varias veces muy rápido, me salen bultos grandísimos de repente... Todo esto desde bastante antes de cumplir la semana 30. Ahora ya es de coña, ¡parece que quisiera salir a través de mi ombligo! Y eso que tengo placenta anterior, que en teoría amortigua los golpes...

Me encanta que se mueva así, me hace sentirme acompañada por ella, es su forma de comunicarse conmigo. También noto muchas veces su hipo, en la parte de abajo de la barriga (¡bien!).

Eso sí, tanto movimiento contribuye a tener más contracciones aún. De las de Braxton Hicks desde la semana 20 más o menos, pero últimamente también dolorosas, reglosas... Sé que no es para preocuparse, pero mi cuerpo me avisa de que tengo que descansar y relajarme más. De todas formas me quedaré tranquila del todo cuando cumpla la semana 37. Aparte de esto, tengo ardores, molestias pélvicas, un dolor horrible en el coxis, pinchazos en la vagina, en los glúteos, apenas puedo andar sin tener dolorcillos de todo tipo, tripa dura cada dos por tres, no puedo conciliar el sueño por las noches... ¡Vamos, que estoy en mi mejor momento!

No paro de pensar en Leo, en cómo se lo tomará, en cómo lo llevaremos sus papis, en si sufrirá mucho o sólo lo normal. Me da miedo no estar a la altura. Además cada vez pienso más en el parto, tengo muchas ganas de parir, de vivir otra vez esa experiencia y de que el final sea un poco más feliz. Espero que el bajón hormonal, además, no sea tan bestial, porque me temo que el papi no va a tener tanto tiempo para ocuparse de mí como en el primer embarazo. Ahora tenemos un bichillo de dos años al que habrá que cuidar por encima de todo. Y yo tampoco podré estar tan relajada como la otra vez; en aquellos momentos al menos yo aceptaba esa melancolía, me sumergía en ella y aunque parezca lo contrario eso me ayudaba. Había calma y paz a mi alrededor... Eso no va a suceder esta vez y me da miedo derrumbarme, perder el control y no tener donde agarrarme, no quiero que eso perjudique a mis hijos. 

La verdad es que anímicamente me siento ya como una bomba a punto de explotar... No puedo evitarlo, las hormonas funcionan por su cuenta, mis embarazos son así. Echo de menos tener al padre de Leo sólo para mí, para cuidarme, para sostenerme sin importar si me voy a caer realmente o no, para abrazarme... 

Creo que lo que me queda de embarazo va a ser duro (más aún), por eso no puedo evitar desear que Nora esté ya aquí, para al menos pasar a otra cosa, dejar este estado de medio ansiedad y empezar otro que aunque sea más estresante aún, lo será conmigo más "entera" físicamente y menos necesitada de mimos... Claro, eso contando con un puerperio cómodo. Ains.

Pero también tengo ganas de que ella esté aquí para verla por fin, para tenerla en mis brazos y amamantarla, para llevarla en el fular pegadita a mí, para disfrutar de su calor, mirar sus ojos, dormir a su lado... Tengo mucha más prisa que con Leo, quizá porque ya sé lo maravilloso que es empezar a compartir tu vida con un nuevo bebé.

Y quizá esté un poco loca por desear que se acabe ya esta época de "mamá de uno" y comenzar el caos de tener dos bebés, pero aunque sé que será duro, aunque no dejan de recordármelo (y no me importa, todo lo contrario, las experiencias de otras madres como yo me ayudan mucho), quiero pensar que la felicidad tambien se va a hacer notar y nos va a invadir con la misma fuerza... No?

Te quiero mucho Nora. 

lunes, 26 de noviembre de 2012

La sanidad no es un negocio

Hoy sólo quiero sumarme a la huelga madrileña de la sanidad pública. Por desgracia la sanidad sí es cada vez más un negocio, y me alegra mucho saber, y haber visto hoy con mis propios ojos, cómo los profesionales de la salud se rebelan ante esto. 

Reproduzco a continuación un texto de la AFEM (Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid) que me ha gustado bastante. Esta asociación ha convocado una huelga indefinida (¡con dos cojones!) de lunes a jueves en todos los centros de Madrid (supongo que concretamente en hospitales y centros de especialidades, que alguien me saque de mi error si no es así). Esta huelga indefinida se lleva a cabo además de la huelga de cuatro días convocada por todos los sindicatos. Por lo visto uno de los sindicatos mayoritarios de la Comunidad, Amyts, ya se ha sumado también a la propuesta de AFEM.

Este jueves tengo los análisis del tercer trimestre de mi embarazo, y un par de semanas después la visita al gine para resultados y eco. Ya os contaré.

Vivimos tiempos difíciles, tiempos de crisis, tiempos de cambios. Son estos momentos los que hacen la historia, los que representan la oportunidad para cambiar las cosas, pero también los momentos en los que decidimos qué queremos dejarles de herencia a las futuras generaciones. Son ellos, nuestros hijos, los futuros médicos y profesionales de la sanidad, los pacientes, los que verdaderamente juzgarán lo que hagamos o dejemos de hacer esta semana, nuestra unión, nuestra fuerza, nuestras convicciones... Si fallamos, no podremos explicar por qué un día tuvimos la oportunidad, el coraje, la razón, para pararlo y no hicimos nada.
Durante años nuestro esfuerzo diario ha hecho de éste uno de los sistemas sanitarios mejores del mundo. Durante años hemos volcado toda nuestra motivación, nuestros estudios y gran parte de nuestra vida, para mejorar el sistema sanitario, para ofrecer una atención excelente, para llegar al paciente más allá de lo que los medios que teníamos nos permitían. Durante años hemos visto como políticos que nunca habían trabajado con pacientes, tomaban decisiones equivocadas, burocratizaban el sistema y dificultaban nuestra labor, alejándonos de cualquier capacidad de decisión en la gestión y organización de nuestro trabajo.
Ahora, usando como pretexto una crisis de la cual ellos mismos son responsables, pretenden encontrar una solución mágica, que no es preciso consensuar con nadie, que ha sido rechazada por el Colegio de Médicos de Madrid y por todos los Colegios Médicos de España, por las Sociedades Médicas, por los Jefes de Servicio, por los Coordinadores de los planes estratégicos y por las Asociaciones Profesionales y Sindicatos.
Hoy, todos juntos decimos ¡Basta!. Si es preciso encontrar soluciones urgentes, no es menos cierto que estas soluciones deben ir dirigidas a mejorar las ineficiencias del sistema, fortalecerlo para que sea capaz de resistir el embate de esta tremenda crisis. Somos los profesionales de la Sanidad los que tenemos los conocimientos y la capacidad para conseguirlo. Pero deben permitirnos luchar para salvar el Sistema Sanitario, deben volver a considerar que no es posible hacer Medicina sin contar con los médicos, que sólo contando con la colaboración y la motivación de todos podremos hacer que este sistema sea sostenible.
Por ello, hacer huelga, movilizarnos, protestar, es nuestra forma de decir que de esta crisis tendremos que salir todos juntos. Que es preciso contar con todos, y salir remando todos contra el viento. Luchar por el sistema sanitario que es nuestra obra, la obra de nuestras vidas, que pertenece a todos los madrileños por igual. Queremos luchar por él y estamos dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para mejorarlo, para salvarlo y para poder legárselo a nuestros hijos.
Hoy, tenéis que levantaros con el convencimiento de poder decirle a las futuras generaciones con orgullo: Yo hice aquella huelga, yo paré la sinrazón, ahora tenéis un sistema sanitario público, excelente y sostenible gracias a lo que hicimos aquellos días.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Mi niño

Después de mi última entrada os debía algo un poco más alegre. Voy a intentarlo, !que no se diga! 

Empiezo por la visita a la pediatra. Todo bien, nos dejó bastante tranquilos. Vamos a olvidarnos de momento de hipotéticos problemas y trastornos varios y vamos a asumir que Leo es un cabezota, pelín vaguete, con un poco de mala leche y... ¡ya está!, como diría él. 

Su malestar de estómago ha desaparecido (gracias en parte a unos maravillosos probióticos, Lactoflora) y ha aparecido un hambre atroz. No está más de dos horas sin pedir comida, ¡y eso ya es mucho!

Está avanzando bastante con el lenguaje, poco a poco va ampliando vocabulario y repitiendo lo que decimos. Además habla mucho solo, "en su idioma". Ha aprendido a decir "másss", así con muchas eses al final, y lo utiliza sobretodo para pedir comida, jajaja. Le gusta decir "pato" como Pocoyo, y "Eli" también. Ya hace frases de 3 palabras aunque en plan indio, sin verbos ni preposiciones ni ná, esta misma noche, por ejemplo;  "papa teta no. Mamá sí".

Cada día es más risueño y alegre y se le da mejor poner cara de pillo. Y ayer durmió 9 horas y cuarto del tirón... ¡en la cama de su habitación! Eso sí, esta noche no ha podido ser. Ha accedido a acostarse allí pero no se dormía, no quería, hasta que le he preguntado y ha reconocido que quería irse a su cuna sidecar, pegada a nuestra cama. En fin, paciencia. Espero que para cuando nazca su hermana lo lleve mejor, y si no... pues ya veremos. 

Nos siguen preocupando muchas cosas; sus rabietas, su manía de tirar la comida al suelo, su timidez, su desinterés por otros niños... Pero hay que pensar también en lo despierto y listo que es, en lo cariñoso que se pone a veces (cuando quiere), en lo bien que lo pasamos juntos... El día a día es cansado y mi embarazo nos pasa factura, pero a veces nos olvidamos de que eso es "culpa" nuestra, no de él. Y mi agotamiento, mis dolores, mis hormonas, son las que hacen que tenga menos paciencia, menos ganas y lo vea todo más grave de lo que es.

Se va haciendo mayor, pero es muy pequeño aún... Sólo espero que no lo pase muy mal cuando nazca su hermana, que sepamos (sus padres) hacer frente a la situación y no cargarle a él con más responsabilidad de la que le corresponde. Leo es muy sensible... ¿y he dicho ya que muy cabezón? Y no se conforma fácilmente... 

¿Sobreviviremos? Yo tengo la corazonada de que sí, de que esto por encima de todo nos va a traer más felicidad, de que la pequeña Nora nos va a unir más aún si cabe y de que para Leo va  a ser genial. 

Sí, se llama Nora. :-)

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Momentos difíciles

Más de tres semanas sin escribir. Quiero al menos dar señales de vida y ordenar un poco mis ideas.

30 semanas de embarazo. Estoy menos cansada pero con bastantes dolores (hueso pélvico, lumbares, pinchazos en los glúteos...). En cuanto ando un poquito más de la cuenta (y la cuenta son muy pocos metros) empiezo casi a cojear. Tengo contracciones de Braxton Hicks cada dos por tres, cuando me muevo un poco, cuando me agacho y me levanto, incluso sin hacer nada, por las noches... Y son molestas. Con Leo tuve también, pero no tantas. Creo que influye no sólo el movimiento y la actividad física, sino en general el no relajarse, siempre con la cabeza en mil cosas... o más bien en una: Leo.Y además la nena se mueve que da gusto, ¡vaya terremoto que tengo por barriga!

Leo sigue preocupándonos. No he contado mucho por aquí, excepto algo sobre sus rabietas, pero no es lo único que nos tiene alertas. Hay cosillas que no nos cuadran y hemos decidido ir a la pediatra a ver si nos aclara algo o nos deriva a atención temprana. Me gustaría que nos sacaran de dudas sobre ciertos miedos que tenemos acerca del desarrollo de nuestro hijo.

Esto nos absorbe ahora mismo casi todas las energías, aparte de mi embarazo. Está siendo duro y nos sentimos solos. Estamos desbordados y me temo que un poco alejados el uno del otro. Mala racha para los dos que hace que no nos apoyemos todo lo que deberíamos. Echo de menos muchas cosas, pero sé que volverán. Volverán pronto. Nosotros podemos con todo.

Además, el peque lleva una semana casi malito, hace ya casi un par de horas ha vomitado y hemos tenido que cambiar toda la ropa de la cama, hasta el colchón se ha manchado. Nos ha llevado una hora arreglar el desastre. Leo duerme con su cuna adosada a nuestra cama y tanto una como otra estaban que daban pena (o asco, mejor dicho). Pobrecito, se ha puesto perdido y se ha asustado un poco. Nunca antes había vomitado, el jueves pasado fue la primera vez y ésta la segunda.

Espero poder contaros más cosas pronto, y buenas, que tambíén las hay. A ver si no pasan otras tres semanas. Os voy leyendo, no lo dudéis. ¡Besos... y buen día de huelga!

martes, 23 de octubre de 2012

Llegando a las 27 semanas

Concretamente estoy de 26+5 (aunque quizá cuando publique sean ya 26+6). Tenía que terminar la historia de mis desgracias en cadena del post anterior, y allá voy:

El lunes de la semana pasada repetí la curva de tres horas, esta vez sin vomitar. Aguanté bastante bien. El jueves en la consulta del ginecólogo me llevé la agradable sorpresa de que estaba todo correcto... ¡¡No tengo diabetes gestacional!! Además, me dijo que en el tercer trimestre ya no tenía que hacerme la curva, simplemente me sacarán sangre para la analítica normal. ¡Estupendo! 

Para ser sinceras, me quedé un poco extrañada, porque la enfermera que me supervisó la curva en el hospital, a la que conozco bien porque me llevó mi DG con Leo (es enfermera de endocrinología), se despidío de mí diciéndome que ójala nos viéramos allí mismo en el tercer trimestre para la última curva, en vez de en la consulta de la endocrina. Me da a mí que el ginecólogo metió la pata, no sé... Peeero... ¡¡AAAAAH... se siente!!

Además, he terminado ya con los antibióticos para la infección de orina y me encuentro realmente mejor. Creo que estaba arrastrando una pedazo de infección desde hacía tiempo que era lo que me tenía tan cansadísima. Ahora me encuentro mucho mejor en ese aspecto. 

Y así, de repente, me planto con mis útimas citas del seguimiento de embarazo. Ya tengo pedidas la analítica del tercer trimestre y la visita posterior con el gine que incluye la última eco. Después, exudado, y después... ¡monitores en la 41! Eso me encanta, con Leo tuve ecografía "extra" más monitores en la semana 38, por culpa de la DG, y me citaron después para los segundos en la 40 (a los que no llegué, menos mal). No me gusta nada eso de los monitores, es incomodísimo, siempre tienes que esperar un montón, tanto antes de entrar como luego allí tumbada, y sinceramente, no creo que sirvan de mucho. Me parece estupendo no tenerlos hasta la semana 41.

Aparte de esto aún me quedan un par de visitas a la matrona, al menos, pero esas visitas me molestan menos.

De todas formas voy a pedir el traslado a otro hospital de mi Comunidad, del que he oído maravillas. En breve iré a una visita organizada por las matronas de allí y os contaré. Es el hopital público de Torrejón. 

Lo que no ha cambiado son las rabietas de Leo. El domingo tuvo una fortísima de unos 40 minutos. Qué mal lo pasa él y qué mal nosotros. Pierde totalmente el control, entra en bucle, no sabe ni lo que quiere, te mira y te llama como pidiendo ayuda pero no soporta que le toques... Grita, tose, se ahoga, es como quisiera expulsar algo que tuviera muy dentro y muy pegado en el interior de su cuerpo... El desencadenante es lo de menos, a los 10 minutos ya ni se acuerda; pide algo, tú se lo das pero él reacciona como si le quemaran vivo... Y así una y otra vez... Hasta que de repente pide otra cosa (brazos, teta, que le pongas dibujos...). Lo haces, y... milagro, la rabieta termina de repente tal como empezó.

Quiero escribir un post sobre ellas porque realmente creo que vivirlas es muy duro, al menos lo está siendo para mí. Y creo que hay algo de confusión entre rabietas y "simples" berrinches. Leo es cabezón como él solo, y berrinches, enfados, o como lo llame cada una, tiene mil y más cada día... Pero las rabietas son otra cosa. De lo que yo hablo es de algo que desde luego no tiene nada que ver con llorar para conseguir algo que quiere.

Al menos nuestras noches están siendo tranquilas, algo es algo.

Por cierto, el ginecólogo me mandó hierro y me lo he empezado a tomar. No soy muy partidaria de tomar suplementos vitamínicos en el embarazo así sin más, de hecho sólo estaba tomando yodo (el ácido fólico lo dejé al finalizar el primer trimestre), pero informándome un poquillo parece que realmente estoy en el límite de hemoglobina y también bajita de hematocrito, contando con que estoy embarazada, claro. Así que estoy con 80 mg. al día y si en el tercer trimestre veo que han subido los niveles lo dejaré, que parece que no es del todo inocuo tomarlo si no es realmente necesario.

Aquí lo dejo; mi querida niña sin nombre y yo os deseamos una buena semana. ;-)

viernes, 12 de octubre de 2012

Las desgracias nunca vienen solas

O eso dicen, ¿no? Ahora puedo sacar algo positivo de todo lo que me ha sucedido en las últimas 48 horas... aunque puedo sacar bastantes más cosas negativas.

El jueves a las 8 de la mañanba estaba en el hospital preparada para la tercera sobregarga de glucosa de mi vida. Pedí una vía, me la pusieron, me sacaron los 4 ó 5 botes de sangre correspondientes a la analítica del segundo trimestre, me bebí el brebaje dichoso y a esperar. La primera hora la pasé dignamente; un poco sobada, un poco molesta, pero bien. Me llamaron para sacarme sangre por segunda vez, esta vez "sólo" dos botes (¡dos botes para medir la glucosa en sangre! No lo entenderé nunca). Me volví a sentar y a los pocos minutos me empecé a encontrar mal. Le pedí a un chico que estaba a mi lado que avisara a las enfermeras y las vi acercarse mientras yo me mareaba y todo temblaba a mi alrededor. De repente desperté y vi que estaban a mi lado y me decían: "ya está, ya pasó". Había perdido el conocimiento (supongo que no más de un segundo o dos, pero soñé y todo, ya me ha pasado más veces) y había vomitado. En silla de ruedas me llevaron dentro de la sala de extracciones, me tomaron la tensión, me recostaron en un sillón y allí estuve un rato, con la ropa toda manchada y sintiéndome una auténtica mierda. Impotente, sola, enfadada... Hablé con la enfermera y le dije que quería esperar a mi vista con el ginecólogo para ver si podía comprobar mi azúcar de otra manera, pero ella me dijo que no, que las normas eran que había que intentarlo dos veces; si la segunda vez vomitaba también, entonces ya me derivaban al endocrino directamente. Genial. Me dijo que volviera el lunes. 

Llegué a casa derrotada, con mal cuerpo, triste, cansada... Mi padre se quedó con Leo mientras yo me daba una ducha. No pude comer nada. El resto de la mañana la pasé con Leo en el sofá viendo vídeos infantiles en el ordenador, hasta que mi chico salió de trabajar (¡pronto, menos mal!) y siguió ocupándose de él. Pude comer, con ganas, pero estaba cada vez peor, con dolor de cabeza, de barriga, me picaban los ojos... Hacía rato que me había puesto a tiritar de frío, me abrigué, me tapé con una manta y a las 15:30 me puse el termómetro. 39 de fiebre. Me asusté. Mientras tanto Leo se despertó de su siesta y no hubo manera de volver a dormirle, aunque él no paraba de llorar pidiendo que le durmiéramos. De locos.

Acabé en urgencias, me sacaron sangre (¡otra vez!) y me hicieron un cultivo de orina que salió positivo. ¡¡El médico de guardia me quería dejar ingresada!! Decía que era el protocolo en caso de infecciones de orina (¿os he dicho alguna vez hasta dónde estoy de los protocolos?), pero que como parecía que era leve, me mandaba antibióticos y a casa. Si no me llega a dejar irme creo que me hubiera puesto a llorar allí mismo.

La fiebre me había bajado (me tomé un paracetamol), pero estaba derrotada. Además en casa las cosas estaban mal. Leo y sus dos años nos superan por momentos y estamos en una mala racha. Mi chico no puede con todo, bastante tiene con cuidarme y ocuparse casi de todo en la casa y asumir sus propios problemas, que no son pocos, y yo precisamente ahora estoy más sensible que nunca... Mezclas explosivas, dañinas, que hacen muy difícil el día a día. Mucho estrés. Demasiado. Muchos llantos y gritos. También demasiados. Hicimos una pausa en todo y descansé el resto de la tarde. Leo estuvo con la abuela un rato. 

La noche acabó con una rabieta de mi hijo de las grandes. Supongo que él acusó también el día entero, también fue duro para él. Se despertó cuando yo me fui y no se volvió a dormir, y sólo hizo 40 minutos de siesta. Cuando salimos de la habitación, después de casi una hora de llantos, hicimos un poco de terapia de pareja que nos vino de perlas, pero eso también cansa... 

Mi querido compañero me dejó dormir hoy 12 horas como 12 soles. Me he levantado como nueva, pero él lo ha pagado con una gastroenteritis de caballo que le ha tenido en la cama desde que yo me he levantado (en la cama y en el baño). El pobre está fatal. Así que mañana todo es una sorpresa, yo me temo que volveré a mi estado habitual de cansancio (dependerá un poco de la noche que pase Leo), y ya veremos cómo amanece el papi. 

Sigo con mis dolores de regla, estoy mosqueada, pero ya le consultaré al gine la semana que viene. Mi nena sigue moviéndose contínuamente, no para. Tengo la tripa dura cada dos por tres. La espalda y el coxis fatal. Y el lunes... prefiero no pensar en el lunes porque me entran los siete males. Sé que voy a ir y me voy a someter a la prueba de nuevo (y uso la palabra "someter" de forma muy consciente), y sé que voy a ir jodida y muy descontenta conmigo misma por hacerlo. Pero es lo que hay, no tengo fuerzas para más luchas. Ya os contaré.

jueves, 11 de octubre de 2012

25 semanas... ¡y avanzando!

Avanzando a duras penas, pero avanzando. Me cuesta mucho escribir porque cuando encuentro tiempo sólo quiero (o más bien sólo puedo) tirarme en el sofá y leer. Pero hoy estoy un poco más descansada y voy a aprovechar antes de irme a la cama. 

Sigo cansada, agotada, derrotada... Me fatigo a los 10 minutos de empezar cualquier actividad, me falta el aire, me duele la barriga, me mareo, me duele la cabeza... Ya he empezado con ardores y se han unido unos picores un poco desagradables. !Un cuadro! Para colmo Leo lleva malito desde hace unos días, el lunes vomitó un poquito y decía que tenía pupa en la tripa. Desde las 6:30 de la mañana nos tuvo en pie y yo me puse malísima del puro cansancio, con ganas de vomitar, náuseas y todo. Parecía que se había quedado en nada pero comía más bien poco y esta mañana ha vuelto a vomitar, esta vez un montón, hemos tenido que meterle a él en la bañera y la funda del carrito a la lavadora. Apenas ha comido hoy. Parece que le sienta mal la leche, porque las dos veces que ha vomitado ha sido después de tomarse su vaso de leche de por la mañana. Lo suele pedir tempranito y se lo llevamos a la cama. Muchas veces vuelve a dormirse y luego cuando se levanta se toma la fruta y las tostadas. A ver esta madrugada cuando lo pida, ¡miedo me da el berrinche que se va a pillar si no se lo damos!

Hoy ha dormido dos horas y media de siesta, y yo me he unido a él cuando llevaba sólo una hora, así que he dormido una hora y media que me ha sentado de lujo. Por la mañana no hemos salido y ha estado bastante tranquilito, y por la tarde se lo han llevado mis padres así que estoy bastante despejada ahora. Mal momento porque mañana me levanto a las 7 y poco para estar en el hospital a las 8: tengo los análisis del segundo trimestre y la sobrecarga de glucosa, la de tres horas, otra vez. Supongo que Leo se despertará cuando yo me levante y ya no se volverá a dormir, así que le tocará al papi lidiar con la fiera, sus llantos, su "mamáaa", su "tetaaa"... Pobres, los dos.

La nena sigue dando patadas, o cabezazos, o lo que sea, a mansalva y sin reparos de ningún tipo. No se corta un pelo la tía. Ahora parece que me están empezando a dar pequeñas contracciones cuando estoy durmiendo a Leo en la cama, mientras mama... Sé que no debo preocuparme, pero mosquea un poco, la verdad. No quiero decirlo muy alto pero hace días que Leo no me muerde, hablando de teta. A veces se pone un poco pesado con lo de tocarme la axila mientras mama y eso me pone muy nerviosa, pero suelo poder evitarlo.

También estoy muy sensible, lloro por todo (me parezco a mi hijo, ejem). Pero sé que es normal, intento tomármelo con filosofía y tengo días buenos también. Me ayuda no estar sola con Leo, quedar con amigas, hacer cosas diferentes... Lo que pasa es que no es tan fácil, en mi estado no puedo darme grandes paseos, ni ir yo sola con el carrito subiendo y bajando de autobuses. En breve comienzo a ir con Leo a una pequeteca, dos tardes a la semana. Voy con otras mamás a las que conozco del curso pasado y sé que esto me va a ayudar a pasar las tardes de una forma más agradable al lado de mi hijo... ¡Hasta que mi barriguita diga basta, claro! También quería empezar a ir a nadar, pero estoy tan agotada que no sé si me conviene. Quizá me apunte a clases de yoga, una amiga que está embarazada me ha dicho que su profesora le adapta los ejercicios sin problema, y el gimnasio me pilla muy bien. Sólo tendrían que cuadrarme un poco los horarios. 

¡Ah, y me estoy sacando el carnet de conducir! Hace poco aprobé el teórico y he empezado esta semana con las clases prácticas... Me dan un miedo horrible los coches, así que lo paso regular, pero hoy ha ido mejor la cosa, no sé si porque voy perdiendo el miedo o porque iba más descansada (voy antes de comer). Espero que me dé tiempo a aprobar antes de parir, si no tendré que hacer un parón.

En fin, que entre unas cosas y otras, voy bien servida de estrés. Menos mal que mi chico me ayuda muchísimo y me hace la vida mucho más fácil. Los abuelos están ahí siempre y Leo... ¡bueno, Leo es Leo, pero sigue siendo adorable a pesar de todo!

Por cierto... seguimos sin nombre. Ains.