Actualizo un poco sobre mi
niño loco, el terremoto, el enrabietado, el huraño y alegre y
torpón Leo que últimamente parece que se toma un par de tripis
diarios.
Le ha dado por entrar en
bucle mientras repite cualquier chorrada y se parte de risa. Ayer
fuimos a tomar algo con mis padres y la vuelta a casa se la pasó
diciéndome “¡te sacudo el culete!” mientras reía a carcajadas
y ciertamente me sacudía el culo (aclaro que la supuesta intención
era sacudir el polvo por habernos sentado en el suelo). En una de
éstas se cayó y ya empezó a repetir la caída cada vez. Mi madre
decía “¡ánimo Leo, arriba!” o algo parecido, así que la
secuencia quedaba:
-Leo: ¡te sacudo el culete!
-Leo: ¡jajajajajjajjajajaja!
-Leo se cae
-Mi madre: ¡ánimo!
-Leo se levanta
Así unas... 50 veces
ininterrumpidamente.
Al llegar a casa se agarró
a mí, loco perdido, y le tuve que poner en la trona porque no me
dejaba ni moverme. Automáticamente la risa descontrolada se
convirtió en llanto descontrolado, tendríais que haber visto su
cara, desencajada totalmente. Le bajé, le llevé a la ducha. Le dije
que tenía que estar tranquilo, que hay que saber terminar los
momentos de bromas y risas (el nuuunca sabe terminarlos) y al final
con un abrazo fuerte se calmó. Uffff. No suele funcionar pero esta
vez sí.
Otras veces empieza con el:
¡me tiro un pedo, jajajajajaja! Y empieza a lanzarse contra el sofá
y a correr por toda la casa y tenemos que frenarle porque hay que
vestirse e ir al cole, o cualquier otra cosa. De verdad que parece un
desequilibrado.
Le sigue costando la vida
jugar solo y cuando lo hace se dedica a tirar cosas por ahí, la
última es arrojar objetos por la ventana. Vivimos en un tercero y
abajo del todo hay un patio de un bajo. Todo empezó con un calcetín
que se quedó en el camino pero luego fueron... unas bragas mías
cogidas directamente del cesto de la ropa sucia. Primero se quedaron
enganchadas en un palo de la fachada y ya luego cayeron al patio del
bajo.
Lo peor es que pilló un puente y los vecinos no estaban, y las bragas pasaron allí unos días y a mí se me olvidó. Y el otro día me lo recordó mi chico: ahí están tus bragas. En plan: ya te vale. Y yo, vencida por la pereza y la vergüenza, pensé: mañana... Y al día siguiente... ya no estaban. Ains.
Pensé que las habrían tirado y entonces ya decidí no bajar. Total, nos consideran buenos vecinos y en mi bloque hay más de un post-adolescente. Pensé que seguro que pensaban que había sido alguno de ellos en plena borrachera.
Y pocos días después va Leo y tira un juguete (al loro, no un juguetillo, sino ÉSTE)
Lo peor es que pilló un puente y los vecinos no estaban, y las bragas pasaron allí unos días y a mí se me olvidó. Y el otro día me lo recordó mi chico: ahí están tus bragas. En plan: ya te vale. Y yo, vencida por la pereza y la vergüenza, pensé: mañana... Y al día siguiente... ya no estaban. Ains.
Pensé que las habrían tirado y entonces ya decidí no bajar. Total, nos consideran buenos vecinos y en mi bloque hay más de un post-adolescente. Pensé que seguro que pensaban que había sido alguno de ellos en plena borrachera.
Y pocos días después va Leo y tira un juguete (al loro, no un juguetillo, sino ÉSTE)
Claro, tuve que ir a por él de la mano de mi hijo, y la vecina muy maja y tal, pero fijo que ahora sabe que las bragas eran mías.
Por las noches me cuesta la
vida que me dé un mísero beso, la mayoría de los días ni nos mira
a Nora y a mí cuando me la llevo a dormir. Con su padre hace lo
mismo. Si te acercas a él para besarle o acariciarle o achucharle
corres un altísimo riesgo de ganarte un guantazo.
La verdad es que su extrema
dependencia, su no saber jugar solo, su no dejarnos ni respirar, se
llevarían mejor si nos dijera alguna vez que nos quiere o fuera más cariñoso con nosotros. A mí sí me pide abrazos
para calmarse cuando tiene un berrinche, y si le pillo de buenas sí
se deja estrujar un poquillo. Pero poco más.
Ahora dice que no tiene
miedo a nada, que no llora nunca (me mondo), que cuida de su hermana
(cuando no la empuja sin piedad, querrá decir)... La verdad es que
cada vez está más gracioso y encantador hablando. Pero tiene un
genio... Experto en poner cara de enfadado, su máximo
entretenimiento es hacer que sus papás se enfaden también. O quién
sabe, quizá comprobar cuánto pueden aguantar sin enfadarse... Por
eso cada vez que hace una de las suyas me pregunta: ¿estás
enfadada? Y casi se decepciona si le digo que no. De momento eso no
me da resultados pero quiero seguir probando. ¡Lo malo es que a veces es
dificilísimo no enfadarse!
Va por la vida arrasando,
sin cuidado ninguno, sin fijarse en nada, se cae, se da contra
todo... Está muy casero y tenemos que convencerle casi siempre para
salir. En la calle cambia, se modera, supongo que no es su espacio, y
ya si estamos en el parque o con más niños se nota mucho más.
Sigue yendo mucho a su bola y parece que se aburre un poco, ¡pero
qué más da, si en casa también! Es como si sólo se divirtiera
haciendo el borrico, lanzándose contra nosotros o rompiendo cosas. Ah, y el empanamiento propio de estos mini-seres de 3 años no disminuye al acercarse los 4. A veces pienso que no entiende ni una sola palabra de lo que le digo hasta que harto de oírme, supongo, me suelta un: ¡que síiiiiii mamáaaaaa! Por supuesto no hace ni puñetero caso después.
Yo sigo viéndole feliz,
eso es lo que me hace no preocuparme demasiado, incluso en el cole
parece que no hay problemas, aunque lo del patio sigue ahí, pero es
que ¿cómo pretendemos que juegue con otros niños allí si ni
siquiera lo hace cuando estamos también nosotros y le ayudamos o
participamos? Dentro de clase según su profe sí participa, habla,
incluso juega.
Me gusta mucho comprobar
cómo funciona su mente, oírle razonar, con esa lógica aplastante y
extremadamente simplificada de los niños. Cómo si le digo que no
haga ruido porque Nora duerme me contesta por ejemplo: yo siempre no (es
decir, nunca) hago ruido cuando voy a por un coche a la
habitación, mamá, porque coger un coche no despierta a Nora. Así que voy a ir a por un coche, ¿vale? Todo
lo convierte en “es que yo siempre”... o “es que yo nunca...”
También habla mucho de cuando él era un bebé, o de lo que ha
pasado hace algunos días. El concepto del tiempo empieza
a introducirse en su universo. Y me encanta oírle hablar y cómo
mezcla todos los tiempos verbales posibles!
El otro día fue a la granja
escuela ¡y montó en pony! Me hubiera encantado verlo. Desde luego
va evolucionando.
Pero se sigue despertando
casi cada noche para venirse a dormir conmigo, y los celos... ¡ay
los celos! Qué de disgustos nos van a seguir dando, me temo...
Os dejo con su disfraz de
chulapo... Le pega un montón, ¡jajaja!
Ay madre, q paciencia tendrás! Yo t admiro, en serio. seguro q poco a poco va cambiando y es menos borrico!
ResponderEliminarAdemás, t lo compensa xq es muy guapo :-P