¡Que se me muere el blog! Y no, no
quiero, quiero que sea un diario, un recordatorio, una foto del día
a día de mis hijos y de mí misma como madre. Pero las noches me
atrapan en el sofá sin ganas de pensar mucho.
A Nora le falta una semana para cumplir
seis meses y no me puedo creer que hayan pasado ya. Empiezo a tener
nostalgia del parto y... sí, de mi barriga de embarazada, aunque lo
digo con la boca pequeña. Esta vez creí que no me pasaría, lo pasé
tan mal... Pero esos movimientos de tu bebé dentro de tí lo valen
todo. Y lo de parir yo creo que crea adicción.
Nora se da la vuelta ya; no dura más
de dos segundos boca arriba. !Lo que le gusta a esta niña estar boca
abajo! Me da que está empezando a intentar pasar de boca abajo a
boca arriba, pero eso le cuesta más.
Cada día se ríe más, le encanta que
le digas cositas, que te dirijas a ella, te sonríe mimosa y
provocadora, y a veces cuando apareces en su campo de visión se pone
loca de contenta agitando pies y manos. Y también ha aprendido a
gritar.
Le encanta escuchar a su padre tocar la
guitarra, es un bálsamo para ella... Y definitivamente le cuesta
muchísimo menos dormirse de lo que le costaba a Leo (no sé por qué
hablo en pasado... ejem). A veces se ha quedado sopa viendo cómo su
padre agita un sonajero delante de ella. Yo sigo tirando mayormente
de teta.
Sigue a su hermano con mirada de enamorada... pero nada como cuando mira a su papá. Es tan bonito verla.
Estamos consiguiendo que los dos
hermanitos se duerman a la vez. A Leo no le hace mucha gracia que yo
me dedique a Nora en esos momentos, está empezando a reclamarme para
dormir, cuando desde hace meses le dormía su padre sin problemas.
Sospecho que está pasando una pequeña crisis de celos... Está muy
pegón. Con esta ola de calor nos pasamos el día en remojo,
sobretodo él. Por la mañana en la piscinita del patio de los
abuelos, por la tarde con nosotros en la de la urbanización o en la
de la cooperativa de mis padres. De una a otra y cada día se suelta
más con su flotador. Ahora ya nos dice: ¡no me cojas, yo sólo, que
no me hundo!
No para de hablar y está muy gracioso.
También nos saca de nuestras casillas con sus terribles dos años y
hemos hablado de rebajar expectativas con él, porque se nos hace
cuesta arriba muchas veces. Es tan agotador decirle que no 800 veces
al día... Leo es muy cabezota, no se rinde, no se conforma, se
enfada mucho, pega y grita... y eso hace que se te quiten las ganas
de seguir jugando con él. Pero el botón de pausa no lo hemos
encontrado aún, no hay tregua.
Tenemos muchas cosas que mejorar con
él. Creo que nos falta paciencia y yo al menos no soy capaz de estar
totalmente relajada en muchas ocasiones, siempre esperando el momento
de tensión... Y él es extremadamente sensible a eso, lo capta
enseguida y te pone a prueba. ¡Bueno, te pone a prueba siempre! Le
exigimos demasiado para su edad, que recoja, que no toque esto ni lo
otro, que no tire nada al suelo, que no haga ruido, que duerma, que
obedezca... no hagas esto, no hagas aquello, no bebas el agua de la
bañera (¡qué manía le ha entrado!)... La verdad es que si para mí
misma es un coñazo, supongo que para él más aún, claramente no lo
procesa todo. Es complicado porque tú llevas todo el día con él y
lo que para tí es la gota que colma el vaso, para él no es nada, él
no suma, no acumula... Es sólo tu vaso, no el suyo.
Hablando de vasos, no podemos dejar que
coja él solo el vaso de agua para beber porque muchas veces le da
por verterlo enterito en el suelo. Tiene narices, desde los seis meses
prácticamente bebiendo él solito en vaso... ¡y con sus dos años y
siete meses le tenemos que dar el agua nosotros!
Ah, y ha empezado a preguntar por qué constantemente.... ¿Tan pronto? ¿¿Por qué?? ;-)
Que no se muera, que yo de tanto en tanto te leo y me da tanto gusto saber que estás y están acá! cómo pasa el tiempo Bichilla!!! Un abrazo grande!
ResponderEliminarGracias Irene!!!! Ójala ese gran foro que está de capa caída pueda remontar y nos leamos de nuevo también por allí... ;-)
Eliminar